Los romanos llamaron al punto más oriental de la Península Ibérica Finisterre, porque allí se acaba el mundo conocido. Era el fin del mundo, pero hasta allí llegaron las centurias romanas para conocer, conquistar y vivir aventuras que podían haber inspirado a los franceses Uderzo y Goscini para escribir algunas de las aventuras de sus héroes Asterix y Obelix, aunque estas aldeas, más celtas que galas, están un poco más al sur de la ubicación de la aldea del cómic. Nosotros hemos revivido esos tiempos con una ruta en coche.
Parecía una zona adecuada para que la visitase un descendiente de aquellos romanos que, entonces a caballo o a pie, llegaron hasta el Atlántico, un mar que les debió de parecer bastante salvaje comparado con su azul Mediterraneo. En la Gallaecia romana que incluía los actuales el norte de Portugal, Asturias e incluso León y Zamora, un pequeño río traía de cabeza a las legiones romanas. Se trata del río Lima (Limia, en castellano y gallego) al sur del más famoso Miño. Este pequeño cauce de agua, un galaico portugués que nace en la provincia de Orense y después de poco más de 100 km desemboca en el Atlántico, en la localidad portuguesa de Viana do Castelo, tuvo un especial impacto en los romanos, que lo llamaron Lethes, porque creían que era el legendario río Lete de su mitología en el que los dioses borraban la memoria de los muertos al beber su agua para que en sus nuevas vidas no recordasen nada del pasado.
Alfa Romeo Tonale junto a figuras de romanos
En el año 138 a.C. (antes de Cristo, no antes de Covid), el general romano Décimo Junio Bruto tuvo que cruzar el rio a nado y, desde la otra orilla, llamar a sus soldados, uno a uno y por su nombre, para demostrarles que no borraba la memoria, que no era el río mitológico.
Hasta Ponte de Lima
En la actual localidad portuguesa de Ponte de Lima, una de las más antiguas del país vecino, recuerdan este acontecimiento con unas figuras de soldados romanos saliendo del rio. Al lado está el puente. El actual se construyó en la Edad Media, sobre uno romano del siglo I.
Hasta Ponte de Lima viajamos con un italiano del siglo XXI, el Alfa Romeo Tonale. Desde abril de 2022, este SUV de 4,53 metros de largo se hace (nace) en la fábrica de Stellantis de Pomigliano d’Arco (Napoles), a la sombra del Vesubio y muy cerca de Pompeya, un lugar donde ahora es posible ver casi exactamente cómo era la Roma clásica. El Tonale es el primer Alfa Romeo de Stellantis y el ultimo de FCA. El proyecto estaba en marcha en la anterior etapa, de hecho, comparte plataforma con modelos como el Fiat 500X y Jeep Compass y se presentó en el Salón de Ginebra de 2019. Cuando se produjo la fusión de PSA y FCA en enero de 2021, el nuevo CEO de la marca italiana, Jean–Philippe Imparato, decidió retrasar su lanzamiento para mejorar la calidad global del producto y lo confirma los cinco años de garantía de este modelo
Finalmente se lanzó en el primer trimestre del pasado año, primero con motores gasolina de 130 caballos e hibridación suave al que se fueron sumando otras opciones de motorización, un hibrido enchufable de 280 caballos, un diésel de 130 y otro de gasolina y 160 caballos electrificado. En Coche Global hemos probado y publicado algunas de estas motorizaciones, ahora le toca a este último, una opción muy interesante por su combinación de potencia y consumo controlado.
Alfa Romeo Tonale de 160 CV
El 130 me pareció que se quedaba un poco corto en carreteras de montañas cuando necesitabas impulso para escalar entre curvas enlazadas. Esta versión más potente combina el mismo buen comportamiento en ciudad y autovías con una potencia extra cuando se necesita. Incluso para salir de un atolladero. Con esta motorización del Alfa Romeo Tonale, en su terminación Speciale, más equipada, viajamos a conocer el rio Lima, que está a unos 2.500 km de Nápoles, la cuna del Tonale, aunque para mí el punto de partida no fue la localidad del sur de Italia.
Para recorrer esta ruta de ríos y puentes arrancaos en Viana do Castelo, una preciosa localidad del norte de Portugal en la que el rio llega al mar justo antes de pasar bajo uno de los puentes que Gustave Eiffel hizo en Portugal. El ingeniero francés, que había nacido en Dijon en 1832, vivió en Portugal, en localidad de Barcelos entre 1875 y 1877. En esos años dejó bastantes huellas de su trabajo en sobre ríos lusitanos. El más imponente es el puente de María Pía, en Oporto, sobre el río Duero, que conectó durante un siglo la ciudad con el sur de Portugal. En 1991 dejó de ser utilizarlo por el ferrocarril y hoy es Monumento Nacional.
El puente de Viana do Castelo se inauguró en 1878, es de hierro y tiene dos pisos, por el superior pasan los coches y por el inferior el tren. Un poco más al norte, sobre el río Miño hay uno muy similar que hace de frontera entre España y Portugal, entre Tui y Valença do Miño, que a veces se atribuye al ingeniero francés pero que en realidad es obra de un ingeniero español, Pelayo Mancebo. Desde Viana do Castelo nos ponemos en ruta con el Alfa Romeo Tonale siguiendo el cauce del rio hacia el interior. Tenemos dos opciones, la autovía A27 que por el norte del rio a la más estimulante carretera N-203 que lo hace por el sur, atravesando pueblos y acercándose o alejándose del rio. En ambos casos son unos 30 km pero tardaremos más en recórrelos por la carreta.
Peajes en Portugal
En Portugal hay que tener cuidado con los peajes en las autovías, aunque la A27 es gratuita. En las autopistas usan un sistema convencional como el nuestro con pago directo de los tramos en metálico o con tarjeta. El problema son las autovías en las que se impuso un pago por uso y que se controlan exclusivamente con cámaras situadas en arcos sobre el asfalto. No se les escapa nada, así que conviene tener un sistema de telepeaje o dar de alta el coche con una tarjeta de crédito, lo que se puede hacer en algunas áreas de servicio o en la web ctt.pt.
El sistema de recuperación de energía de esta versión híbrida del Tonale se centra casi exclusivamente en la frenada, en la deceleración no se indica que haya carga, por eso circular por carreteras secundarias en lugar de autovías supone un doble ahorro, el del combustible y el de los peajes.
El Tonale es elegante por fuera y por dentro. Inconfundible en su frontal con la parrilla en forma de escudo, marca de la casa y una reinterpretación de la que llevaban los Alfa Romeo clásicos. A este elemento suma unas luces de led finas con forma de tres medias circunferencias que se están convirtiendo en elemento de la marca en los renovados Giulia y Stelvio y que a mi parecen como unos ojos medio cerrados. Las llantas de 20 pulgas completan un vestido muy personal y atractivo.
Dos pantallas digitales
En el interior este modelo es el primer Alfa Romeo que utiliza dos pantallas digitales, una frente al conductor y otra en la parte central del salpicadero con una superficie total de 22 pulgadas. La de la instrumentación preserva la forma tradicional de la instrumentación de la marca, imita dos relojes insertados en sendos tubos (cannochiale, como los llamaban los apasionados de la marca).
Me gusta mucho el tacto y las dimensiones del volante, no es grande y lleva detrás del aro dos grandes levas metálicas mate que le dan un estilo muy deportivo y tienen un tacto muy agradable. Están fijas a la columna de la dirección, que a mí me resultan más cómodas de usar que cuando giran con el volante. Una pequeña pega es que la palanca del intermitente queda detrás de la leva, al poco tiempo te adaptas a esa posición.
Tras comer en el precioso casco medieval de Ponte de Lima y fotografiar al Tonale al lado de la formación de las centurias romanas, seguimos camino hacia el interior, a Ponte da Barca. Esta localidad también sobre el Lima, tenia una barca para cruzar el rio, el puente es del siglo XVI, así que el puente era la barca. Para llegar hasta aquí la autovía ya es de pago así que seguí por la N-203, más divertida y sigo ahorrando.
Mejor paraje en Limia
Desde aquí es muy recomendable seguir unos 25 km por la N-203, porque además de disfrutar de una carretera que traza suaves curvas y en las que el Tonale muestra su excelente puesta a punto y su agilidad al trazar las curvas, podemos conocer un lugar bastante especial, Lindoso, una pequeña localidad en el corazón del Parque Nacional Peneda- Gêres, uno de los más antiguos de Portugal, formados entre las dos sierras que le dan nombre y casi en la frontera con Orense
En Lindoso hay poca gente pero de un castillo siglo XIII lo más sorprendente es la concentración de hórreos, los portugués los llaman esespigueiros. Son más de 60 construcciones perfectamente colocadas y agrupadas, un espectáculo.