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Los secretos de la Ribeira Sacra desde un Citroën C4

El modelo fabricado en Madrid demuestra su estabilidad, seguridad, confort y bajo consumo para viajar entre niebla, robles centenarios y una ‘santa compaña’

Citroën C4 en la prueba de Coche Global / A.M.

Citroën C4 en la prueba de Coche Global / A.M.

Ana Montenegro

25.12.2021 00:00h

8 min

La Ribeira Sacra es una zona en el interior de Galicia, entre el sur de la provincia de Lugo y el norte de la de Orense, que se extiende a lo largo de las riberas de los ríos Sil y Miño. Es un lugar al que hay que ir exprofeso, no está de paso a ningún lugar concreto, incluso queda fuera del muy próximo Camino de Santiago, por eso sorprende más lo que esconde. Una ingente labor de arquitectura monástica y de ingeniería agrícola para cultivar en bancales viñas de Mencía que desarrollaron, primero los romanos, y sobre todo en la Edad Media los monjes que habitaban las decenas de monasterios que había en esta zona, de los que se conservan unos 18. Hemos recorrido la Ribeira Sacra a bordo del Citroën C4 en una prueba a fondo para la sección Car Review & Rating.

La geografía de la Ribeira Sacra es sorprendente, con el rio encajonado en cañones, entre escarpadas pendientes de hasta 500 metros, miradores de vértigo y carretas como las de antes, reviradas y estrechas. El firme suele ser bueno pero la humedad hace que las cunetas casi desaparezcan confundidas con el verde de los campos. Además de vides hay una vegetación exuberante de castaños centenarios, abedules, robles, matorrales y helechos. En las partes más umbrías el musgo pervive todo el año en el centro de las calzadas menos transitadas y en otoño se mezcla con las hojas. La humedad y la lluvia, tan gallega, hacen que sea un vergel, por eso desde hace años es zona natural preservada por la Xunta de Galicia y desde el pasado 15 de septiembre también ‘Reserva de la biosfera’ de la Unesco. 

Citroën C4, modelo español

Para llegar este paraíso escondido opté por un modelo ‘made in spain’, el nuevo Citroën C4, que se produce en la planta del grupo Stellantis en Madrid desde mediados del 2020. Esta es la tercera generación de este modelo. El primer C4 se lanzó en 2004 en sustitución del viejo Citroën Xsara que anunciaba Claudia Schiffer. La factoría madrileña se incorporó a los centros de producción de este modelo en 2014 con el Cactus, una original versión tipo SUV, con unas llamativas protecciones laterales, que ya no se fabrica porque fue sustituido por el actual C4. Como la fecha del lanzamiento de esta tercera generación coincidió con el 50 aniversario de un mítico modelo Citroën, el GS (1970-1986), los diseñadores le incorporaron algunos guiños a su antepasado, por ejemplo, la caída de la luneta posterior o las lunetas laterales traseras que se prolongan hasta el límite. El GS representa una conexión gallega, porque ese clásio Citroën se fabricó en la factoría de Vigo.

El nuevo C4 rompe con la silueta actual y habitual de los modelos de la marca de los chevrones, de líneas muy cuadradas. Este se podría definir como un SUV coupé gracias a la caída de trasera que tiene una ruptura horizontal con el voladizo. La altura libre al suelo, 15,6 centímetros, es inferior a la de un SUV, pero superior a la de una berlina y ayuda a que la entrada y salida del habitáculo sea más cómoda. El morro, con los chevrones alargados hasta los extremos, sí que es la habitual marca de la casa.

Mantiene sin embargo unas dimensiones compactas que lo hacen muy manejable y operativo en ciudad y cuando hay que aparcar: 4,36 metros de largo, 1,53 de ancho y 1.80 de alto, pero con una distancia entre ejes de 2,67 metros, lo que consigue un buen espacio interior, con un gran maletero de 380 litros. A esto sumamos unos asientos confortables, mullidos y con una buena posibilidad de ajuste. No llegan a la extrema comodidad de los del C5, pero se le acercan mucho. Unas buenas premisas para un viaje largo y para un recorrido por las misteriosas carreteras gallegas a borde del Sil.

Diésel muy eficiente

Este viaje arranca en la calle Eduardo Barreiros, 110, de Villaverde (Madrid), el lugar donde se produce el C4. El hombre que da nombre a esta calle fue un gallego pionero de la industria de automoción en España en los difíciles años 60 del siglo XX. Eduardo Barreiros (Orense 1919-Cuba 1992) montó la primera fábrica de camiones en España, en este mismo lugar donde luego hizo también turismos. Su gran aportación, a principios del siglo XX, fue transformar motores de gasolina a diésel, más eficientes y con menor consumo.

La primera parte del recorrido nos lleva a hacer 550 km hasta Ourense y la localidad de Parada del Sil. La unidad con la que hacemos esta prueba está propulsada por un motor 1.5 blueHDi de 130 caballos con cambio automático de 8 velocidades que demostró ser muy eficiente. Para un viaje largo es una excelente opción con un consumo medio de 4,6 litros a los 100/km. En todo el viaje, que superó los 1.500 km, incluidos recorridos urbanos, el consumo medio fue de 5,1 litros.

El Citroën C4 ofrece otras alternativas de motorizaciones, un diésel de 110 caballos, tres de gasolina de 110, 130 y 155 caballos y una versión 100% eléctrica, el ë-C4, con una potencia de 136 caballos y 260 Nm de par, con una autonomía ‘oficial’ de 350 km.

Juego de Tronos gallego

Los primeros 511 km no suponen ningún problema de conducción, discurren por la plana y recta autovía la A-6 hasta Benavente. A partir de ahí nos desviamos hacia el oeste por la A-52, también conocida como la Autovía de las Rías Bajas, muy recta también en su primer tramo hasta Benavente cuando empezamos a subir el Macizo Galaico. Los puertos de El Padornelo y La Canda, atravesados por varios túneles, son la frontera entre Castilla y León y Galicia. Dejamos a tras Verín y Allariz para llegar a Ourense. 

La ciudad, donde según la tradición se cocina el mejor pulpo a la gallega del mundo, va a transformarse de ser un lugar de paso hacia las Rías Bajas a un destino final con la llegada del AVE hace sólo unos días. Esta será la primera estación en Galicia y explotará el potencial turístico de la capital de la provincia donde hay un precioso puente romano y fuentes termales y de las zonas próximas como la Ribeira Sacra.

Hasta aquí el C4 ha demostrado un gran confort de marcha, estabilidad y buen aislamiento acústico, sólo se notaba un suave ruido de rodadura, y el motor responde muy bien a velocidad constante. A partir de ahora, cuando empecemos a recorrer las reviradas carreteras que nos acerquen al río Sil, es cuando va a demostrar su valía. 

Hasta llegar a Parada de Sil, la primera etapa en la Ribeira, tenemos un recorrido de poco más de 40 km por la comarcal OU-536 y la local OU-0604 que nos va a llevar casi una hora de tiempo. Curvas enlazas, carreteras estrechas, y un paisaje sobrecogedor mientras penetramos en el corazón de esta selva. La suspensión de topes progresivos hidráulicos que lleva el C4 absorbe sin problema los pocos baches que nos encontramos y las múltiples irregularidades del asfalto. En curvas la carrocería tiene un ligero balanceo, típico en los modelos Citroën que a mí no me molesta especialmente, pero anima a una conducción suave. La respuesta del freno, que puse más a prueba en fuertes pendientes con curvas, por ejemplo, al acercarme al Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil, me transmitió seguridad. Por cierto, este pequeño monasterio, convertido en una especie de museo al aire libre, es sobrecogedor por su entorno y la buena conservación de algunas partes, parece un viaje en el tiempo a la Edad Media o a un capítulo gallego de Juego de Tronos.

Balcones de Madrid

La noche cae rápidamente y con ella la niebla. Da tiempo sólo a ver uno de los miradores más sobrecogedores, abstenerse quien tenga vértigo, que está a unos minutos caminando del centro de Parada de Sil. Se llama ¡Los balcones de Madrid! Y está considerado uno de los más espectaculares de Galicia. Parece que su nombre viene de que desde ahí despedían las mujeres a sus hombres cuando emigraban. Vistos los más de 500 metros de caída vertical sobre el río, lo de emigrar tenía muchas connotaciones peligrosas a principios del siglo XX. Los protagonistas tenían que bajar al río para coger un barco que los acercase al ferrocarril, muchos de ellos eran barquilleros, vendían barquillos en ferias y parques. Hoy esos meandros del río los recorren barcos con turistas. El mirador se asoma a las curvas del Sil y tiene enfrente una pared que es la provincia de Lugo. A la puesta de sol los colores son sorprendentes.

El regreso nocturno entre la niebla demuestra no sólo el agarre del C4 en un asfalto húmedo sino también la buena iluminación que atraviesa la bruma e ilumina las curvas con suficiente antelación. El sistema automático de largas y cortas no tiene que trabajar porque no me cruzo con nadie, pero podría ver sin problemas a la ‘santa compaña’ en los retorcidos troncos de los árboles.

Destino gastronómico

La siguiente etapa, hasta el Parador de Santo Estevo, un antiguo monasterio rehabilitado y transformado en un acogedor hotel y restaurante con spa, la hago por otra revirada carretera, la OU-0508 que discurre siguiendo el curso del río y está salpicada de otros peculiares miradores y desde ella hay acceso a algún embarcadero.

El Parador es ya un lugar mítico tras convertirse en el escenario de la novela ‘El bosque de los cuatro vientos’ de María Oruña, pero también un destino gastronómico gracias a su restaurante donde se preservan recetas tradicionales, como el caldo gallego o las vieiras, con novedades como el rabo de vaca al Mencía, el excelente vino local. 

En el claustro colindante con la parte destinada a las habitaciones del Parador había una sorpresa, tan mágica como la zona, una exposición sobre la vida y la obra de Eduardo Barreiros del que este año se cumple su centenario.


Valoración Citroën C4 Diésel: diseño 8,2; interior 9,5; motor 9; conducción 9,5; global 9,5.

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