Muchos caminos conducen al valle gallego de O Rosal, sobre el río Miño y enfrente de Portugal, donde está la cuna de algunos de los espectaculares vinos blancos que se conocen como albariños. A mí me gusta llegar hasta allí por un camino atípico pero espectacular tanto por las vistas como por los paisajes que atraviesa, pero además es muy divertido para hacerlo sobre dos o cuatro ruedas.
El Rosal (O Rosal en gallego) está situado al sur de Vigo, en la provincia de Pontevedra. Es una especie de balcón natural que mira hacia la desembocadura del Miño y a los vecinos portugueses en Vila Nova de Cerveira y Caminha, que están al otro lado de la ‘raia’ (la línea fronteriza que hace el propio río). La Serra do Argallo (Sierra de Argallo) protege este valle por el norte, mientras por el oeste recibe la humedad (salada) del Océano Atlántico y por el sur la (dulce) del río Miño. El resultado es un microclima muy benigno, con una temperatura media anual de unos 15 grados, muchas horas de sol, humedad y un suelo atípico en Galicia, menos poroso que el granítico tradicional. La combinación de todos estos elementos produce un paraje privilegiado y de una fertilidad sorprendente, con huertas, bosques, maizales y… muchos viñedos.
Vinos Rías Baixas
Esta es una de las subzonas de la Denominación de Origen (D.O.) vinos Rías Baixas, (además de la ribera del Ulla, el Salnés, Soutomaior y el condado del Tea). Esta D.O. es bastante joven, se creó en los años 80 del siglo XX, pero fueron precisamente algunas de las bodegas de O Rosal las que poco antes de esa fecha habían empezado a hacer vinos de calidad con las uvas autóctonas (albariño, loureira, treixadura o caiño). Actualmente aquí se embotellan algunos vinos blancos que están considerados de los mejores del mundo.
Fueron los monjes cistercienses del vecino Monasterio de Oia, entre Baiona y A Guarda, los primeros que se dieron cuenta de la fecundidad que ocultaba el valle de O Rosal. Empezaron a explotarlo y plantaron los primeros viñedos imitando lo que hacían las abadías francesas. Los cistercienses estuvieron en Oia desde el siglo XII hasta el XIX, cuando los echaron la invasión francesa y la desamortización de Mendizabal. Algunas de las actuales bodegas se asientan sobre las antiguas fincas que se explotaban para los monjes.
Recorrer y acceder al valle de O Rosal es muy fácil desde el sur de Galicia, e incluso desde el norte de Portugal. Puentes sobre el Miño comunican Tui con Valença y Goian con Vila Nova de Cerveira. En Tui se puede optar para cruzar a Portugal por la autopista o por el viejo puente de hierro, que desde 1884 permite el paso de vehículos, peatones y hasta el ferrocarril. Aunque la leyenda atribuye la autoría de este puente a Eiffel, realmente lo hizo un ingeniero riojano y hoy es clave en el paso del Camino de Santiago Portugués.
En paralelo al Miño
Las principales arterias del valle lo atraviesan de este a oeste, entre las dos localidades que lo delimitan en el sur: A Guarda, en la desembocadura del Miño y mirando al Atlántico y Tui, rio a dentro. Incuso para hacer este recorrido tenemos diferentes alternativas. La AG-42 (Autovía autonómica del Bajo Miño), que conecta el puente internacional de Goian con A Guarda, o la carretera PO-552, sin duda mi recomendación porque, además de discurrir en paralelo a la ribera del río, a lo largo de esta arteria se reparten la mayoría de las bodegas y muchas de las curiosidades que oculta O Rosal.
¿Cómo llegar hasta ahí?. Desde Vigo, sin duda, por la AP-9 hasta Tui, pero desde Baiona hay diferentes opciones: por la costa hasta A Guarda por la carretera PO-552, por el interior a través de Gondomar y Tomino por la PO-344, o una alternativa entre ambas, mucho más estimulante para quienes les gusta conducir y muy divertida en coche o en moto. Es la que os recomiendo. Se puede hacer con cualquier tipo de vehículo, incluso un familiar, pero es más estimulante con un deportivo. Yo la última vez la hice con un Mercedes GLC con cambio automático, pero levas en el volante que me permitía intervenir cuando era necesario. Y os aseguro que en esta carretera es recomendable.
La carretera PO-354 va de norte a sur desde la localidad de Baiona, en la entrada de la ría de Vigo y frente a las islas Cíes, hasta la desembocadura del Miño. Atraviesa la localidad de El Rosal y enlaza con la carretera que recorre el valle de este a oeste (la PO-552 de la que os hablé antes) que nos permitirá visitar las bodegas más importantes de la zona. Es menos cómoda, pero más divertida al volante y nos acerca a lugares espectaculares.
Estatua de la libertad
La ruta arranca muy cerca de la entrada al Parador de Baiona, una antigua fortaleza como acreditan sus espectaculares murallas y su ubicación en una pequeña península (Monterreal) que cierra la bahía. Saliendo, a la derecha, en la primera rotonda tomamos hacia el sur, siguiendo la indicación Virxe da Rocha (Virgen de la Roca). En sólo un par de kilómetros nos encontramos a la derecha con esta gigantesca escultura de granito (construida por Antonio Palacios, arquitecto también del metro de Madrid y del actual ayuntamiento de la ciudad). La escultura tiene en la mano un barco que es un balcón al que se puede acceder por el interior. Los locales la llaman con ironía la Estatua de la Libertad de Baiona.
La carretera nos lleva por un altísimo viaducto sobre una autopista y seguimos ascendiendo. La carretera tiene un firme excelente y casi no hay tráfico. En el primer tramo nos acompañan los pinos y eucaliptos que ha sobrevivido al voraz incendio que se produjo en octubre de 2017. Según avanzamos se generalizan los pinos y los helechos.
En sólo 11 km vamos a ascender 648 metros, desde el nivel del mar hasta la cima del Monte da Groba, el punto más alto de la sierra del mismo nombre, una planicie que se convierte en un espectacular mirador sobre la ría de Vigo, las islas Cíes y la de Oms, Monteferro en Baiona, Cabo de Home que cierra la Ría de Vigo por el norte… En días claros se pueden ver además la ría de Pontevedra y hasta la de Vilagarcía de Arousa. Este alto fue final de etapa en la Vuelta Ciclista de 2013 y se ha utilizado otros años en la prueba, así que es habitual que te cruces con muchos ciclistas.
Animales en libertad
Solo unos kilómetros antes de la cima cruzamos Chan da Lagoa, un parque forestal donde los caballos salvajes campan a sus anchas, acompañados de vacas pardas con espectaculares cornamentas, cabras y ovejas, todos absolutamente libres, sin cercas y moviéndose libremente. Hay que conducir con cuidado porque cruzan el asfalto a su antojo.
Los monjes de Oia fueron también los que introdujeron la cría de caballos en libertad en sus montes, una actividad que se sigue practicando y que da lugar a un impresionante espectáculo, A Rapa das Bestas, que se organiza una vez al año, en verano, en diferentes puntos del monte. Se hace en los denominados curros, una cerca donde se agrupan los caballos, se marcan, se les cortan las crines, se compran, se venden y se hace una fiesta con comida. Uno de los más famosos curros, el de Mougás, está al lado, la desviación se ve a la derecha de la carretera. Este año A Rapa das Bestas se ha hecho casi en la clandestinidad para evitar aglomeraciones. Otra fiesta popular suspendida en 2020 por la pandemia.
A partir de este punto empezamos a descender por la ladera contraria del monte hacia Torroña donde proliferan los maizales, muy típicos de los campos costeros gallegos. El maíz sirve para alimentar a los animales y los carozos (la parte interior) para hacer las brasas donde se asan las sardinas en verano.
Pozas y molinos
La carreta enlaza curvas a derecha e izquierda mientras empezamos a tener una buena vista panorámica del valle. Dejamos una desviación a la derecha a Tomiño, otra localidad importante, y entramos en la parroquia de Loureza. Entre los nogales y castaños empiezan a aparecer las primeras vides. La carretera bordea el río Loureza, se estrecha en los puentes y en algunos tramos no tiene arcén. Tras trazar una curva de 180 grados en un puente sobre el río nos encontramos un arcén más grande donde se puede aparcar para ver las cascadas y pozas que hace el río, se conocen como las Pozas de Loureza y la gente viene aquí a bañarse.
Un poco más adelante se impone una parada para ver cómo antiguamente los habitantes aprovecharon las pendientes de las aguas, los Muíños do Folón y do Picón, que hace referencia al nombre de los riachuelos que los atraviesan. Se conservan unos 50 molinos, muchos de ellos consecutivos, de los siglos XVII y XVIII, lo que supone una de las concentraciones de este tipo de construcciones más importante de Europa. Se pueden visitar en rutas de senderismo perfectamente señalizadas.
Al inicio de la ruta de los molinos paramos a tomar fuerzas en A Casa da Pintora, un singular restaurante que ha recuperado una antigua casa tradicional gallega. Aquí es posible empezar a degustar los vinos de la zona y una gastronomía tradicional con innovaciones como una deliciosa empanada de castañas y chorizo.
Bodega innovadora
La siguiente etapa nos lleva hasta la Bodega Terras Gauda, una de las más importantes e innovadoras de O Rosal, situada en el km 55 de la carretera PO-552. Es relativamente joven, nació a finales de los 80 y su primera cosecha fue de 37.000 botellas. Ahora lanza al mercado anualmente más de 1,5 millones de botellas y explota 160 hectáreas, 18 alrededor de la bodega. Dentro del jardín aún conservan el mojón que había en la vieja carretera cuando empezaron a trabajar.
Esta bodega, que colabora con el CSIC, fue de las primeras en sustituir la tradicional parra con la que se ha cultivado desde siglos la vid en Galicia por el sistema de espalderas. Además, ha seleccionado las cinco mejores cepas de Albariño, que son las que planta actualmente, tras haber analizado más de 100, y cuenta con una levadura propia, que ha patentado con el CSIC. Esta levadura está de forma natural en la piel de las uvas y consigue homogenizar todas las cosechas. Exporta el 30% de su producción y del 70% restante, el 40% se consume en Galicia. Así que han sido profetas en su tierra.
Bodega tradicional
Otra etapa puede ser Quinta Couselo, una de las bodegas más antiguas de O Rosal con la de Santiago Ruiz. Sus orígenes se remontan al siglo XII cuando fue lugar de descanso de los monjes del vecino monasterio de Oia. Tras pasar por diferentes manos en 2013 fue adquirida por un grupo vinícola gallego que ha ampliado las instalaciones tradicionales con una nueva bodega. Pero mantiene el logo histórico que enlaza el vino de Quinta Couselo con su pasado, dos pinos piñoneros mediterráneos, uno de ellos con más de 350 años. Sus piñones los usaban los frailes para elaborar postres, según nos cuentan en la bodega.
Quinta Couselo elabora anualmente unas 150.000 botellas y su objetivo es seguir siendo una bodega pequeña con una producción muy cuidada y dirigida a expertos. Exporta el 20% de su producción y es una de las pocas que está autorizada para destilar aguardientes. Pero en O Rosal hay más bodegas, como Lagar de Fornelos, Aldea de Abaixo, Altos de Torona o Valmiñor. La mayoría se pueden visitar, pero casi todas con cita previa.
Los mejores resturantes
Comer bien en las rías baixas está asegurado en casi cualquier tasca o restaurante, pero como recomendación especial os sugiero los pescados al horno (rodaballo, corujo, lubina…), y el marisco, desde percebes a nécoras. Para alojarse la zona ofrece dos excelentes opciones en los Paradores de Tui y Baiona, ambos sobre el agua, pero con diferente vocación. El primero mira al Miño y a Valença en Portugal, la ubicación del segundo podría recordar la proa de un barco que se orienta hacia América.