Después de varios días de debate interno y tras el gran atasco provocado en el puente de la Constitución, la Generalitat de Cataluña ha decidido que hay que "esponjar la concentración de personas en espacios urbanos". ¡Aleluya! Pero llega tarde y mal. Se trata del último despropósito de los políticos que dirigen la estrategia para hacer frente a la Covid-19 y una nueva demostración de su ineptitud.
Las dos acepciones de inepto según la RAE son apropiadas. Los responsables políticos demuestran en esta coyuntura insólita y del todo desafiante que no son aptos y que son incapaces para la gran responsabilidad que tienen que manejar en estos momentos. Las aglomeraciones en los días del último puente estaban cantadas si se analizaba el comportamiento de la población en los fines de semana y los días previos.
Con los centros comerciales cerrados, todos nos hemos tenido que espabilar para ir a comprar a otras zonas comerciales y nos agolpamos donde podemos ir, a nuestro corralito municipal. Ese fenómeno de movilidad local se ha agravado con las ultimas medidas de ayuntamientos como el de Barcelona, que persigue los coches de forma fundamentalista.
Efectos colaterales de la movilidad
Ahora, la Generalitat que encabeza, al menos formalmente, el vicepresidente Pere Aragonès reabre los centros comerciales aunque con una limitación de aforo del 30% en todas las áreas, incluidos los aparcamientos. ¿Cómo se limita el aforo en un parking? ¿Separando las plazas que se pueden utilizar, cerrando plantas? En todo caso, prepárense para las colas de coches que quedarán atrapados en su intento por acceder a los centros comerciales. En cambio, en los teatros podrán reunirse hasta 1.000 personas en una misma sala.
La movilidad es algo dinámico y con múltiples vasos comunicantes, por lo que cualquier restricción puede tener efectos colaterales que nuestros dirigentes políticos son incapaces de prever. Después de estar semanas recluidos en nuestros municipios, lo que también favorece las agomeraciones, a partir del próximo fin de semana podremos visitar nuestra comarca. ¿Comarca? Sí, es la la nueva unidad de medida de la movilidad que aplica Aragonès y los suyos.
¿Cómo se limita la movilidad?
Pasar de la restricción municipal a la comarcal es otra absurdidad, especialmente en zonas muy interconectadas como los territorios limítrofes o las áreas metropolitanas. La Generalitat aplica un criterio político para delimitar los movimientos de la población, en lugar de tener en cuenta los flujos naturales que en ocasiones son de tipo provincial (aunque a ERC y Junts no les guste ese mapa por considerar que es españolista). Tendría más lógica volver a las regiones sanitarias que nos impusieron al inicio de la desescalada o, sencillamente, establecer limitaciones de un radio de desplazamiento desde el domicilio de cada uno.
La ineptitud de los que nos gobiernan es ya desesperante teniendo en cuenta la duración de la pandemia y los tropiezos reiterados en las mismas piedras. Así las cosas, solo nos queda encomendarnos a la llegada de las vacunas y cruzar los dedos para que no vuelva a haber despropósitos en su distribución. ¿Lo conseguiremos?