Después de probar un coche conectado con 5G he quedado deslumbrado pero también preocupado. La nueva tecnología solo tiene ventajas para la seguridad vial y el tráfico, aunque el despliegue del 5G será caro, muy caro. ¿Quién pagará esa factura?
El modelo de negocio basado en el 5G solo es negocio para algunas compañías que podrán obtener ingresos gracias a los nuevos servicios de calidad que podrán ofrecer con una conexión a internet con mucha más cepacidad y mucho más rápida y potente. De momento, las empresas que están impulsando la conectividad 5G en el sector de automoción son las operadoras de redes de telefonía, los fabricantes de automóviles y las compañías de ingeniería y desarrollo de 'software' y 'hatdware'.
Lo más fácil, dentro del gran reto que supone implantar la nueva tecnología, será tener los coches preparados para conectarse a internet con el nuevo estándard 5G y renovar el parque de 'smartphones' para dar el salto desde la actual red 4G. Sin embargo, para que el 5G no se quede en un mero reclamo comercial y permita desplegar todo su potencial es necesario que todo esté conectado, y ahí pueden estar los problemas del modelo de negocio.
Cómo convencer a las administraciones
Los costes serán enormes y el retorno de esa inversión será de forma indirecta. En enero pasado, las administraciones se gastaron más de medio millón de euros en cambiar mediante adhesivos el límite de 100 km/h por el de 90 en 2.719 señales. El coste de colocar módulos de comunicación y cámaras en los semáforos y multitud de señales de tráfico puede ser ingente. Suponer que lo van a pagar las administraciones es, quizá, mucho suponer.
Los fabricantes de coches y las operadoras tendrán que emplearse a fondo para convencer a los gobiernos de que deben invetir cientos de millones en conectar la infraestructua viaria. Lo mejor será contabilizar el ahorro potencial que pueden obtener con la reducción de los accidentes de tráfico gracias a la mayor seguridad que aporta el 5G en los coches conectados.