Todos hacen previsiones. Estudios, informes que vaticinan el crecimiento exponencial de las ventas de coches eléctricos y de hidrógeno en los próximos años. Compiten entre ellos en dar una cuota de mercado más alta a los vehículos sin emisiones de gases y en reducir a la mínima expresión el peso de los turismos de combustión interna. Pero en muchos casos esas previsiones se aprovechan de la mala memoria de la sociedad para contar los errores de bulto en las estimaciones.
Los expertos reunidos en el debate Coffee & Mobility de Coche Global sobre tendencias del sector del automóvil se han referido a esas previsiones para ponerlas en cuarentena porque, en la mayoría de las ocasiones, la realidad se impone y deja muchos estudios como una anécdota.
La lista de pifias en las previsiones en relación con el desarrollo del mercado de coches eléctricos es larga. La más próxima geográficamente es la que hizo Miguel Sebastián cuando era ministro de Industria de que en 2014 habría 250.000 vehículos propulsados por baterías circulando en España, una cifra muy alejada de los 1.641 coches vendidos. También Barack Obama se quivó al prever un millón de eléctricos en 2015 que en realidad se quedaron en unos 400.000.
¿Quién se equivocará, gurúes o realistas?
Son ejemplos que nos deben hacer reflexionar cuando vemos las previsiones que dan una mayoría en el mercado a los coches eléctricos en tan solo 10 o 20 años. O incluso conceden una hegemonía al hidrógeno en un periodo relativamente corto.
Llámenme desconfiado, pero no me creo esas previsiones. Incluso al ritmo actual en que las matriculaciones de eléctricos se multiplican por dos cada año, no se llegarían a cumplir las previsiones que presagian un futuro esplendoroso para la movilidad eléctrica. El tiempo dirá quién se equivoca, si los gurúes o los desconfiados realistas.