Estos días he podido probar un coche conectado para ver cómo se desenvuelve en entornos reales. La conclusión es que tanto Android Auto como Apple Car Play son dos estadios intermedios hacia una tecnología en la que se tenga más en cuenta el coche que el teléfono como epicentro de la nueva movilidad. A pesar de ello, cuando te acostumbras a trastear con la pantalla del coche y con la voz de Siri te das cuenta en seguida de la dependencia que tienes del coche conectado, hasta el punto de tener pánico al coche desconectado. Es una sensación parecida a la que puedes sentir cuando un día te dejas el móvil en casa o se agota la batería. Después de probar la conexión del vehículo con el 'smartphone', aprecias la mejora y quieres más y que no se detenga.
"No te puedo ayudar. Se ha perdido la conexión a internet"
Cuando pones en marcha el vehículo conectado no te esperas que en un momento dado la chica de Siri te responda con un seco y cortante: "No te puedo ayudar. Se ha perdido la conexión a internet". Oh no! Y eso pasa incluso en una gran ciudad. Por ejemplo, en un parking subterráneo en el que le indicas con convicción: "Navegar a casa", y Siri te responde por los altavoces del coche que no puede ayudarte.
Entonces te das cuenta de la utilidad y de las limitaciones de los coches conectados. Y te das cuenta también de que el navegador integrado en el coche sí funciona incluso a varios metros bajo tierra. Pero tranquilos, seguro que la próxima vez busco un parking con cobertura para conectarme a internet, igual que sucede ahora cuando pones como requisito indispensable para escoger un hotel que tenga wifi gratis.