El sector del automóvil ha cogido el toro por los cuernos de la movilidad del futuro. Tanto en uno de sus feudos, el Salón del Automóvil de Los Ángeles, como en el Smart City Expo World Congress de Barcelona, un territorio que no dominan las marcas y en el que los fabricantes de coches son vistos a menudo como unos dinosaurios que luchan contra la revolución irreversible promovida por los gigantes tecnológicos y un ejército de startups.
El mensaje de los fabricantes de automóviles es casi unívoco: "Estamos incubando la movilidad del futuro", decía Mark Fields, el consejero delegado de Ford, en la jornada previa a la apertura del Los Angeles Auto Show. Por eso ofreció la colaboración de una marca centenaria como Ford a los alcaldes de las ciudades que necesitan repensar el transporte en sus ciudades mediante nuevos servicios como el coche compartido, bicicletas y vehículos de conducción autónoma y sin emisiones de gases. "Ese será también nuestro negocio además de diseñar y fabricar coches atractivos", aseguró Fields.
Buen rollo frágil con los alcaldes
En Barcelona, el presidente de Seat, Luca de Meo, lanzaba un mensaje similar en el Smart City Expo: "Desde Seat participamos y queremos ser un actor clave en el desarrollo de nuevos conceptos de movilidad urbana e inteligente. Nuestro objetivo es convertirnos en una empresa líder en conectividad". A pesar de esa buena sintonía entre ciudades y fabricantes de coches, ha habido encontronazos y habrá más en el futuro cuando los ayuntamientos adopten decisiones que se pueden interpretar como amenazas para la industria. Las marcas lo saben y por eso empiezan a ser más proactivas en la mejora de la movilidad, aunque su objetivo a corto plazo sigue siendo vender más vehículos y continuarán intentándolo incluso combatiendo las golpes legislativos.
