La guerra de Ucrania ha desencadenado una guerra económica paralela entre Rusia y Europa de la que ya estamos sufriendo las consecuencias. Fábricas de automóviles paradas por falta de cableado de Ucrania, empresas que han tenido que parar su actividad por los elevados precios de la energía y subidas de costes estratégicos como el de la electricidad, el gas y los carburantes. Los efectos colaterales se aprecian en múltiples aspectos de la vida cotidiana y de la economía, desde las grandes multinacionales hasta los negocios más pequeños. Como el de la churrera de mi barrio, que se ha convertido en una especie de barómetro de la guerra económica.
Según el barómetro de mi churrera, todos sus costes se han disparado de un día para otro. La garrafa de aceite de girasol ha pasado de costarle 40 a 60 euros, un aumento del 50%. Además, también ha subido la bombona de gas que utiliza y la harina. Solo le falta por encarecerse el agua, el azúcar y el chocolate, pero tiempo al tiempo. En total, el sobrecoste del primer fin de semana tras el inicio del ataque de Rusia a Ucrania ha sido de 80 euros para esta microempresaria.
Quiebras empresariales y de hogares
Algunos pescadores ya han anunciado que pararán su actividad ante los elevados costes del gasóleo, mientras que el lunes comienza un paro indefinido de transportistas. La industria que consume más energía, como la siderúrgica, también está parando su actividad por el mismo motivo. En la automoción, el problema tiene relación directa con la falta de componentes, especialmente los mazos de cableado que han dejado de producir proveedores de Ucrania que ahora piden ayuda para reanudar la actividad.
Es solo una muestra del rosario de efectos colaterales que estamos sufriendo. El 16,4% de las pymes, según un sondeo de la patronal Pimec, aseguran que están en peligro debido a la escalada del precio de la electricidad, acentudado con la guerra de Ucrania y el cerco al gas natural y al petróleo que exporta Rusia. Antoni Cañete, presidente de Pimec, ha alertado de los riesgos que supone para las empresas más dependientes de los costes energéticos, así como para sus empleos, el sobrecoste que tienen que asumir, por lo que ha reclamado una "configuración de precios justa, que no permita rentas excesivas, con el objetivo de evitar un desequilibrio dentro del tejido empresarial".
Protección de la reforma laboral
En el terreno doméstico también veremos un gran número de quiebras ante las desorbitadas facturas de electricidad y gas que acentuarán la pobreza energética que sufre España.
Para evitar las quiebras de empresas golpeadas por la complicada coyuntura, algunas compañías han comenzado a poner en marcha ERTE, como la planta de Valeo de MArtos. Pero la reciente reforma laboral establece el mecanismo RED de flexibilidad y estabilización del empleo como paraguas general equiparable a los ERTE de fuerza mayor que han evitado millones de despidos en la pandemia. Javier Pacheco, secretario general de CCOO de Cataluña, ha propuesto activar este mecanismo de forma rápida, tan solo tres meses después de su aprobación en la reforma laboral, con una autorización del Consejo de Ministros.
Seamos autosuficientes
La guerra económica llega en un mal momento, cuando la actividad todavía no se había recuperado con nuevas amenazas como las subidas de precios de materias primas, del transporte, así como la escasez de microchips. La resiliencia, la palabra de moda durante la pandemia, se pone de nuevo a prueba en la coyuntura actual, que obliga a consumidores y a empresas a tomar medidas defensivas. Las operadoras energéticas se han embarcado en una feroz competencia por robarse clientes en el mercado en auge de precios libres, generalmente con tarifas fijas que ahora están muy por debajo de los precios que se pagan en el segmento regulado, que sufre las oscilaciones salvajes de los precios como consecuencia de un sistema perverso de fijación de costes que suministra grandes ganancias a las compañías de electricidad y gas.
La escalada energética llega cuando el mercado de la electricidad y del gas sufrían graves problemas como el freno de soluciones de autoconsumo y de desarrollo de fuentes renovables de energía. La instalación de placas fotovoltaicas debería ser una prioridad con incentivos de primer orden en estos momentos. Los elevados precios actuales ayudarán a acelerar la amortización de los elevados precios por la instalación de las placas, como le sucederá a Stellantis en la fábrica de Madrid, que acaba de cubrir con un techo solar que le permitirá ser un poco más autosuficiente. Pero no lo bastante, por ahora. A este paso, mi churrera tendrá que instalarse placas en el techo de su remolque.