Las nuevas zonas de bajas emisiones van ganando terreno no solo en España, sino también en el resto de países de la Unión Europea. Poco a poco se va ampliando la lista de ciudades que aplican restricciones a la circulación para los vehículosmás viejos y contaminantes. Sin embargo, las carencias de la construcción de Europa se pueden ver de forma descarnada en la lucha contra la polución en las ciudades, en las que reina un galimatías de etiquetas que convierte en una odisea lograr los salvoconductos para entrar en las grandes ciudades europeas.
El caos que se puede ver ya por la disparidad de regulaciones de las zonas de bajas emisiones y de las etiquetas ambientales sobre las que se basan irá a más a medida que se extiendan las restricciones a la circulación, tanto en más territorios como en su intensidad de aplicación.
Etiquetas de coches en la UE
Desgraciadamente, la desunión europea en las pegatinas de los coches y las zonas de bajas emisiones no nos pilla por sorpresa. Es lo mismo que ya se puede ver en España con las diferencias en la aplicación de los vertos a la circulación de vehículos, aunque llevado al extremo. Pese a las diferencias, los corralitos de tráfico en las ciudades españolas se basan en un mismo sistema de distintivos ambientales que concede la DGT.
Los automovilistas que este verano han viajado por diferentes países de la UE habrán comprobado, si han sido mínimamente precavidos para evitar las multas, el reto que supone informarse de las regulaciones en cada país y en cada ciudad y conseguir la autorización para circular. Es una misión casi imposible solo facilitada por Google con las búsquedas a la desesperada de los usuarios que quieren conocer si pueden entrar en las ciudades a las que tenían previsto ir de visita.
Oportunidad perdida en la UE
Lo más paradógico es que tras las profundas discrepancias entre los sistemas de etiquetas y las zonas de bajas emisiones se encuentra una información unificada e inequívoca para toda la Unión Europea. Las calificaciones de las homologaciones de las motorizaciones (la última en combustión es la Euro 6 y se prepara la Euro 7) es la Constitución europea en materia de ordenación del mercado automovilístico.
No obstante, se ha perdido una oportunidad de oro para construir más Europa también en la traslación de la calificación de los motores a las etiquetas de los coches y, en consecuencia, a las bases de las zonas de bajas emisiones en toda Europa.
A los automovilistas solo nos queda intentar navegar en un océano parcelado en el que cada país y cada ciudad interpreta a su manera la forma de combatir las emisiones de los vehículos.