Una diseñadora industrial española es la responsable de la última colección de la marca francesa DS Automobiles. Noemí Cortizas Martínez (Vigo, septiembre de 1982) ha sido la encargada de dar forma a una colección muy especial, inspirada en el mundo del aviador, escritor y aventurero francés Antoine de Saint Exupèry, del que el pasado mes de julio se cumplieron 80 años de su desaparición en el Mediterráneo, mientras realizaba una misión de reconocimiento durante la II Guerra Mundial.
DS, una de las marcas del grupo Stellantis, está muy centrada en potenciar el lujo francés en el automóvil, el arte de viajar, la colaboración con artesanos locales, joyeros como Breguet e innovaciones en materiales y tejidos. El responsable es Thierry Metroz (Besançon, Francia, 1963), director de diseño de DS Automobiles, un ex Renault y ex Citroën, que fue el responsable del dibujo de los primeros bocetos de diseño para la nueva marca. Apasionado de la moda, admira a Olivier Rousteing (Francia, 1986) director creativo de Balmain y uno de los diseñadores más iconoclastas y rompedores. El sueño de Metroz es hacer de DS una marca de lujo francesa, como Balmain o Louis Vuitton… pero sobre ruedas.
El reto de unir Saint Exupèry y DS
La inquieta diseñadora española llegó en mayo de 2023 al estudio de diseño de DS Automobile, en Vélizy-Villacoublay, al suroeste de París, un complejo con forma de barco inaugurado en 2004 para PSA Peugeot Citroën y que ahora acoge, en mayor o menor medida, a todas las marcas de Stellantis, desde Lancia o Maserati a Peugeot, Citroën o DS.
El primer trabajo de Cortizas en la empresa de automóviles ha sido el reto de llevar la esencia de Saint Exupèry y sus obras maestras, Correo del Sur (1928), Vuelo nocturno (1931) y El Principito (1943), a los modelos de la marca, DS 3, DS 4 y DS 7. Se trata de la segunda colección, una serie limitada, que como en el mundo de la moda, DS lanza cada año. La primera, en 2023, estuvo enfocada en los grandes viajes con Paris como punto de partida, y la diseñadora española ya trabaja sobre la de 2025 que es un absoluto secreto.
Nacida en Vigo se define “de la generación de Naranjito” porque su año de nacimiento coincidió con el del Mundial de Fútbol de España. A los seis años se trasladó a vivir a Ferrol siguiendo el trabajo de su padre marino. Su inquietud por el arte y el diseño se la cultivó un tío arquitecto, pero a los 20 años se fue a Madrid a estudiar en la Escuela Técnica Superior de Ingenieria (ICAI), “un primer paso para tener conocimientos más técnicos” con la vista puesta en el diseño en general y la innovación. Al terminar la carrera su primer trabajo lo tiene en Alemania, en una consultoría que trabajaba en el interior de aviones para Airbus. Pero su objetivo es formarse en diseño y en 2016 desembarca en Paris donde por la noche estudia y por el día sigue trabajando. “Fue un año duro”, reconoce, pero se forma en colores y materiales, una especialidad en la que no hay muchos profesionales expertos.
El color del amanacer
Así consigue el puesto en DS, “buscaban gente con mucha experiencia y autonomía pero que tenía que trabajar en plazos muy cortos”. Curiosamente en estos meses han coincidido en el mercado dos de sus últimos trabajos, la colección de Saint Exupèry para DS y el envase de la nueva barra de labios de Givenchy, ‘le Rose perfecto’.
Thierry Metroz revela que “cuando pensamos en Antoine de Saint Exupéry tenemos la imagen de una estrella. Nos inspiramos en él y lo integramos en nuestro universo gráfico haciendo que esta colección sea única”. Noemí fue la encargada de llevar a cabo esa tarea, bastante compleja. “Fue difícil unir aviación, automóvil y estrellas, pero al mismo tiempo fue un trabajo apasionante porque teníamos acceso a documentos e información desconocidos que conservan la fundación y los herederos de Saint Exupèry”, explica.
Para la carrocería de los coches se creó un color nuevo, inspirado en los amaneceres de ‘Vuelo nocturno’, que mezcla gris, violeta y dorado. En el interior se han utilizado pieles del color marrón como las que llevaban los asientos de los aviones de la primera mitad del siglo XX en los que volaba el piloto francés, con grandes pespuntes en color dorado. Pero el trabajo más difícil fue grabar en metal las estrellas, los aviones y los bocetos del escritor, que decoran los umbrales de las puertas, la insignia exterior y otra en el interior sobre el salpicadero para ‘firmar’ el modelo.