La lucha para reducir las emisiones de gases de los vehículos puede tener una tercera vía alternativa a la electrificación de la movilidad. Más de 200 asociaciones, científicos y empresas, entre las que se encuentran muchas petroleras y gasísticas, han pedido a la Comisión Europea que refuerce el uso de "combustibles renovables" en las políticas para reducir la emisión de CO2 en el transporte rodado en la Unión Europea (UE) en 2030.
"Los combustibles renovables están destinados a complementar y no disminuir los esfuerzos de la UE en materia de electrificación durante la transición a la movilidad de cero emisiones y mientras no existan condiciones favorables para la movilidad eléctrica de baterías y de hidrógeno en todos los Estados miembros de la UE", dice una carta abierta dirigida a la Comisión Europea.
Firman la misiva empresas petroleras o gasísticas como Repsol, ExxonMobil o Engie, fabricantes automovilísticos como Iveco, plataformas como la Asociación Checa del Gas y más de un centenar de profesores de universidades de Italia, Francia, Alemania o Países Bajos.
La carta se difunde a escasas semanas de que la Comisión Europea presente un amplio paquete legislativo en diferentes sectores para alcanzar el objetivo de reducir las emisiones de CO2 de la UE en al menos un 55 % en 2030 que coloque al bloque comunitario en la senda para descarbonizar su economía a mitad de siglo.
Vía adicional para reducir el CO2
Los firmantes sugieren, en particular, que apoyan esos objetivos y reconocen "el importante papel que debe desempeñar el sector del transporte en este sentido". Pero señalan que el enfoque actual "que se centra únicamente en las emisiones de escape de los vehículos nuevos, no logra garantizar la transición hacia una movilidad climáticamente neutra" y proponen que la revisión normativa que prepara la Comisión incluya los combustibles renovables como "vía adicional" para acelerar esos objetivos.
En concreto, sugieren la creación de un mecanismo como el que ha diseñado la consultora Frontier Economics, que plantea un "sistema de acreditación voluntario que permitiría a los fabricantes de automóviles beneficiarse parcialmente del uso de combustibles renovables sostenibles para el cumplimiento de sus objetivos". Ese mecanismo permitiría descontar hasta un límite los combustibles renovables que usara la flota automovilística si supera el umbral mínimo que exija la normativa y siembre que cumplan ciertos niveles de sostenibilidad. "El sistema evitaría la doble contabilización de los esfuerzos de reducción de emisiones de CO2 de los fabricantes de equipos originales y los proveedores de combustible, y cada uno de ellos tendría responsabilidades claramente definidas", señalan.
La carta no especifica qué combustibles entrarían en ese esquema, pero los más prometedores son el hidrógeno y los combustibles líquidos bajos en carbono, así como los llamados "biocombustibles de segunda generación" o "avanzados" como el biodiésel, es decir, aquellos que se originan con deshechos vegetales sin valor nutritivo de forma que su generación no compita con la producción alimentaria.
Control de los biocombustibles
"Un sistema de crédito voluntario también enviaría señales de inversión oportunas" para incrementar la producción de combustibles renovables sostenibles en "el transporte marítimo y la aviación", añaden.
La carta coincide con la difusión esta semana de una petición de Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo en la que esos países de la UE reclaman que se mejore la supervisión para evitar fraudes y garantizar "que la energía renovable, como los biocombustibles y los combustibles renovables de origen no biológico, que se utiliza en el transporte sea sin duda sostenible".
Esas capitales reclaman que en la actualización de la Directiva sobre energías renovables, el Ejecutivo comunitario revise "todas las opciones que refuercen la supervisión tanto pública como privada para asegurar que se cumplan los criterios de sostenibilidad".