El italiano Bruno Sacco fue durante cuatro décadas el máximo responsable del diseño de Mercedes-Benz. De sus lápices salieron algunos de los coches más emblemáticos de la marca en la segunda mitad del siglo XX como el innovador en su época 190 o Baby-Benz, el inmortal Clase G, el sofisticado deportivo SL e incuso el primer Clase A de nacimiento polémico. Pero también el sofisticado y futurista concepto C 111.
Sacco había nacido en noviembre de 1933, en la localidad de Udine y falleció en Alemania el pasado 19 de septiembre, a pocas semanas de cumplir 91 años. Era hijo del comandante de un batallón de infantería de montaña. Estudió geometría en su ciudad natal y se licenció con sólo 17 años, el más joven de Italia. Un año después, en 1952, se trasladó con su familia a Turín y estudió ingeniería mecánica en la Universidad Politécnica.
Formado entre diseñadores en Turín
En la década de los 50 la ciudad italiana era un hervidero de ideas, de mentes brillantes y de innovadores emprendedores, la capital mundial del diseño de automóviles con protagonistas como Battista ‘Pinin’ Farina (1893-1966), Giuseppe ‘Nuccio’ Bertone (1914-1997), Alfredo Vignale (1913-1969), Giovani ‘Gigi’ Michelotti (1921-1980) o Giancinto Ghia (1887-1944), además de los fabricantes Fiat o Lancia.
El joven ingeniero ya había sido seducido por la máquina de cuatro ruedas en una visita al salón del automóvil de Turín, cuando todavía era un joven estudiante. El responsable fue un coche americano, un Studebaker Starlight Coupé, pero diseñado por un francés Raymond Loewy (1893-1986), una escultura en movimiento que ya había podio ver de niño, por las carreteras del norte de Italia conducidos por los soldados estadounidenses. Ese primer amor le animó a dirigir sus pasos profesionales hacia el diseño de automóviles.
En 1955 entró a trabajar en la prestigioso Carrozzeria Ghia de Turín donde se curtió dibujando aviones futuristas y coches urbanos. Dos años después se incorporó a Pininfarina, hasta que se cruzó en su vida un imaginativo ingeniero alemán Karl Wilfert (1907-1976) que estaba dando forma al nuevo centro de diseño de Mercedes-Benz bajo la dirección de Paul Bracq.
Entrada en Mercedes
Sacco se fue a Alemania y en enero de 1958 se incorporó al nuevo equipo de diseño de la entonces Daimler-Benz en la localidad de Sindelfingen, a las afueras de Stuttgart. Su puesto era el segundo diseñador con un sueldo de 650 marcos mensuales (al cambio actual serian 332 euros). Hablaba bien alemán, herencia de su madre austriaca, pero su idea era ganar experiencia, hacer curriculum y regresar a Italia. Ahora fue una alemana la que se cruzó en su vida y sólo regreso a su país natal de vacaciones o para recoger premios cuando ya era un referente del diseño mundial. Se casó con Annematie Ibe ese año y en 1960 nació su hija Marina.
Durante 41 años, 24 como máximo responsable, trabajó creando la imagen de Mercedes-Benz en la segunda mitad del siglo XX. “No quiero diseñar obras de arte sino coches que tengan éxito y se vendan”, explicaba cuando le preguntaban por su trabajo, pero también fue el responsable de simplificar y homogenizar el estilo de la empresa alemana, sin distorsionar su esencia, pero, al mismo tiempo, dándole un carácter uniforme a los diferentes modelos, una identidad visual de marca.
Frente a sus competidores, que trabajan para coches de corta vida, los Mercedes-Benz tenían que estar diseñados para durar más de 30 años siendo elegantes y atractivos por eso creía que era. Destacaba que “es igual de importante es la progresión armoniosa del modelo. La siguiente generación nunca debería hacer que la anterior parezca viejo”.
Diseño y tradición
Su creatividad, respetuosa con la tradición, se reflejó en su modelo más emblemático, el 190, conocido internamente como W201 y popularmente como ‘baby benz’ que se fabricó entre 1982 y 1993. Fue el predecesor del Clase C y el modelo que atrajo a nuevos clientes a la marca de la estrella. Con sus volúmenes poderosos, gran capó y la estrella siempre erguida, en España fue el coche con el que se paseaban los toreros y símbolo de estatus. Se vendieron casi dos millones de unidades.
Sacco fue también el responsable del Clase G que sigue fabricándose, de algunas de las generaciones de los deportivos SL, Clase C y Clase S y de los primeros CLK, SLK y ML. También del pequeño Clase A con el que Mercedes buscaba entrar en otra dimensión, la de los urbanos asequibles y que tuvo un nacimiento un poco convulso al no superar en un ensayo en Suecia la ‘prueba del alce’
Pero más tarde confesó cual había sido su preferido, la serie 126 del Clase S, el primer modelo de la marca que introdujo el airbag y el ABS, y en carrocería coupé. Fue el coche con el que se quedó tras su jubilación. En color azul oscuro.
En un palacete de Versace
Bajo su dirección el departamento de diseño de Mercedes-Benz se abrió al mundo con la apertura de estudios en Carlsbad (California) en 1990 y en Tokio (Japón) en 1993, además de un centro de diseño de interiores sobre el lago de Como (Italia) en 1998. La ubicación parece una decisión directa de Sacco. Está ubicado en un espectacular palacete del siglo XVIII que había pertenecido a Versace y aun se pueden ver algunas cabezas de medusa. Los techos están pintados con frescos.
Tras su jubilación en Alemania fue nombrado en 2002 doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Udine, entró en el Salón de la Fama de la Automoción de Michigan (Estados Unidos) en 2006 y un año después en el Salón de la Fama de la Automoción Europea de Ginebra. En 2001 volvió a diseñar para el fabricante de griferías alemán Hansa. Sobre esta nueva responsabilidad explicó que “diseñar un grifo es como diseñar un detalle del habitáculo. En lo pequeño debemos intentar despertar emociones. En un automóvil grande es más fácil”.