La Fórmula 1 se convertirá en un banco de pruebas para que el sector de automoción intente que fructifique una tercera vía como alternativa para eliminar las emisiones contaminantes de los vehículos de calle. La negociación del veto europeo a los motores de combustión a partir de 2035 incluyó una enmienda promovida por Alemania, que defendía como alternativa a la reducción de gases los combustibles sintéticos y los biocarburantes. Esa tercera vía es la que ahora quiere desarrollar Audi con su entrada en la F1 en busca del milagro de la ingeniería alemana: mantener los actuales motores de combustión pero con carburantes no contaminantes.
En el momento en el que los ministros de Medio Ambiente de la UE aprobaron la prohibición de vender coches y furgonetas de gasolina y diésel a partir de 2035, el vicepresidente de la Comisión Europea para el Pacto Verde, Frans Timmermans, se refirió a la enmienda de Alemania sobre los combustibles sintéticos con recelo y desconfianza: "Hasta hora no parecen muy realistas porque parecen prohibitivos en términos de costes", aseguró Timmermans, que retó a los fabricantes a demostrar la viabilidad técnica y económica de las alternativas sostenibles a la gasolina y el gasóleo al margen de los vehículos 100% eléctricos y de hidrógeno.
Los nuevos motores de la F1
El reto ha comenzado en serio con el anuncio de Audi, que se suma al del resto de fabricantes de motores y de carburante de la F1 en busca del Santo Grial de la automoción. Audi y el resto de motoristas tienen que tener listos sus propulsores en 2026, aunque esas unidades serán un punto intermedio en el camino hacia la eliminación por completo de las emisiones. Se estima que los nuevos motores de la F1 de 2026 reducirán sus emisiones en un 65% respecto a un propulsor de gasolina aunque manteniendo la configuración técnica mecánica del motor 1.6 V6, al que se une un motor eléctrico con un reparto de potencia casi al 50%.
En las instalaciones de la división de Motorsport de Audi cerca de su sede en Ingolstadt (Alemania), Audi tiene el reto de lograr un motor de gasolina que funcione con un carburante que será una mezcla de elementos sintéticos gracias a la captura de CO2 y procedentes de basura y biomasa. La petrolera oficial de la F1, la compañía suadí Aramco, ya está experimentando con esos combustibles.
“La Fórmula 1 es tanto un escenario global para nuestra marca como un laboratorio de desarrollo altamente desafiante. La combinación de alto rendimiento y competencia es siempre un motor de innovación y transferencia de tecnología en nuestra industria. Con las nuevas reglas, ahora es el momento adecuado para que nos involucremos", aseguró Markus Duesmann, presidente de Audi, que destacó así el objetivo último de lograr que la nueva tecnología se pueda trasladar a los coches de calle, reduciendo así las enormes inversiones que supone la movilidad eléctrica.
Un solución para la automoción
El presidente y director ejecutivo de la F1, Stefano Domenicali, ejerce ahora el papel de abanderado de la tercera vía alternativa a los eléctricos que no convence a la Comisión Europea pero que puede aportar oxígeno al sector si se logran los objetivos finales. Para Domenicali, la entrada de Audi en la F1 es un reconocimiento a que la apuesta de la competición reina del Motorsport por los "motores híbridos de combustible sostenible en 2026 es una solución futura para el sector de automoción".
Sin embargo, la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) juega con dos barajas. Por un lado impulsa la investigación de la vía de los combustibles sintéticos y renovables y, al mismo tiempo, empuja a los fabricantes de automóviles a mejorar las prestaciones de los vehículos eléctricos en el Campeonato Fórmula E de monoplazas propulsados solo por baterías, que por ahora están lejos de las prestaciones de un coche de F1.