Las fábricas de coches han sido tradicionalmente unos buenos feudos para los sindicatos y también una cantera de cuadros y dirigentes. Pero pocas veces han tenido tanto protagonismo como ahora los sindicalistas fogueados en los correosos convenios colectivos y conflictos laborales de la industria de automoción.
Javier Pacheco, de Nissan a la dirección de CCOO de Cataluña
La elección de Javier Pacheco, que se identifica como trabajador de Nissan, como secretario general de CCOO de Cataluña en el congreso celebrado la semana pasada supone el último ejemplo de la pujanza de los metalúrgicos de las fábricas del automóvil. Javier Pacheco ha tenido que hacer frente a complicadas negociaciones con la multinacional japonesa en las que estaba en juego la continuidad de la factoría de la Zona Franca de Barcelona. Durante una buena parte de su mandato, ejerció una labor de oposición que llevó a CCOO a quedar a la sombra por parte de la dirección de la empresa. Hasta que se reincorporó a los acuerdos para atraer nuevos modelos que reformularon la doble escala salarial en un sistema con varios escalones de mejora. Su homólogo de UGT en Seat, Matías Carnero, también se encuentra en la dirección del sindicato en Cataluña como presidente y sigue al frente del comité de empresa de la fábrica de Martorell. En su haber se encuentran negociaciones de recortes de plantilla y salariales y, ahora, de aumentos salariales para sacar provecho de los beneficios de la compañía.
Un feudo de afiliados sindicales
Desde 2016, la ejecutiva confederal de UGT está encabezada por Pepe Álvarez, metalúrgico de Alstom, que cuenta en su equipo con Gonzalo Pino, el veterano dirigente de UGT en la fábrica de Ford de Almussafes. También ha tenido que pasar noches en vela para salir al paso de los órdagos de la multinacional. El homólogo de Pino en General Motors Opel de Figueruelas en los 90, Ramón Górriz, ocupa la misma cartera de acción sindical en la ejecutiva de CCOO encabezada por el metalúrgico de Bazán Ignacio Fernández Toxo. Son los ejemplos más señalados del poder que acumulan los dirigentes sindicales que salen de la cantera de las grandes fábricas de automoción. Su poder dentro de los sindicatos es también directamente proporcional a los afiliados que aportan en empresas en las que más del 80% de los trabajadores pagan las cuotas sindicales.