Los apasionados de viajar por carretera y descubrir nuevos y maravillosos rincones de Europa estamos deseando que las fronteras vuelvan a abrir con normalidad. Mientras esto ocurre, podemos planificar algunas rutas y soñar con visitar carreteras secundarias -recientemente os ofrecimos algunas ideas a este respecto-, incomparables paisajes y la calidez de algunos pueblos o la grandiosidad de determinadas ciudades. Por ello, hoy queremos sugerir un viaje que puede cumplir con todos estos deseos: el Sur de Francia y Mónaco.
Entrada a Francia desde el Atlántico
Si emprendemos el viaje desde el norte de España, podemos empezar entrando por Endaya, para llegar al País Vasco francés, donde no deberíamos de dejar de hacer una visita a Biarritz, al que algunos han apodado como el “Mónaco del Atlántico”. Un recorrido por su paseo marítimo nos servirá para entender bien el porqué de este apodo. Tampoco debemos dejar de visitar San Juan de Luz, un poco más al sur, con unas playas maravillosas.
Cuando nos movamos hacia el este, es recomendable hacer una parada en Pau, donde podemos visitar el centro de la ciudad, muy desconocido para muchos y que guarda una gran belleza. También su majestuoso castillo, al que llegaremos a través del Boulevard des Pyrénées, nos ofrece una preciosa vista de esta urbe.
La Costa Mediterránea
Mientras continuamos nuestro camino hacia la zona mediterránea, es imprescindible hacer una parada en una maravillosa ciudad francesa: Toulouse. Los comercios de su centro tienen un encanto especial, con pequeñas tiendas que guardan una estética clásica. También es un buen lugar para probar la gastronomía local, en la que no puede faltar el Cassoulet, un delicioso estofado de carne y judías blancas, o el pato, ya sea en magret o en confit.
Si bien es cierto que de camino a Montecarlo encontramos otras ciudades bien conocidas, como Marsella o Montpellier, nos gustaría recomendar una pequeña visita a Nimes que, sin ser tan popular, ofrece una importante variedad de restos de la época romana muy bien conservados; especialmente recomendable es dar una vuelta para ver la Arena de Nimes, un antiguo anfiteatro que hoy se utiliza como coso taurino. De hecho, en Nimes existe una gran afición a la tauromaquia.
Llegando a nuestro destino
Y tras Nimes, una parada en Cannes cy omo preludio de Mónaco, Niza. Volveremos a encontrarnos con el lujo que vimos en Biarritz, esta vez bañado de aguas mediterráneas. Niza, además de ser una ciudad de obligada visita, también nos puede servir para hospedarnos a un precio más competitivo que en Montecarlo, pudiendo ser nuestro centro de operaciones para visitar Mónaco y volver a dormir. No obstante, hay que decir que Niza vale la pena por sí misma, y no solo por la proximidad al país monegasco.
Si Niza impresiona, la llegada a Montecarlo no lo hace menos, más bien todo lo contrario. El lujo, la estética o el cuidado de la ciudad está por todos lados, con lugares que se nos hacen tan familiares como el circuito urbano de F1, donde Podemos condujer al lado de los Ferraris de sus habitantes. Pasaremos frente al famoso Casino, que en tantas películas hemos visto y que alberga eventos de fama mundial; todo ello sin dejar de lado el Puerto, con una espectacular congregación de los más espectaculares yates, o el vistoso Palacio del Príncipe de Mónaco. Pero más allá de un lugar concreto, nos sumergimos en unl ambiente mezcla de glamour, civilización y belleza, que nos hace sentir que estamos en una ciudad única. Una vuelta nocturna por sus carreteras nos devuelven a Niza con vistas de la costa iluminada, una imagen para retener.
Por supuesto, es importante dejar algunas cosas para la vuelta a España. Después de tanto glamour y de ciudades principales, un poco de naturaleza y relax pueden ser una buena idea. Por ello, en nuestra vuelta hacia el oeste, queremos recomendar una visita al Parque Natural de La Camarga, situado en la zona de La Provenza y Costa Azul, muy cerca de Arlés. Allí podremos ver un maravilloso universo de contrastes que nos ofrecen las lagunas y los pantanos, las flores, los cultivos y, por supuesto, la fauna local. Muy recommendable vivirlo especialmente al atardecer.
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