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MINI: 25 años de historia… y un futuro igual de auténtico

El MINI de la primera portada de Autofácil nos suscitaba suspicacia, pero cinco lustros después, es un ejemplo de evolución estética, y sobre todo técnica

Mini antiguo y actual

Mini antiguo y actual

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Redacción Coche Global

09.01.2025 14:06h

10 min

En el mundo sacudido por la crisis energética de los años cincuenta, nació una idea que cambiaría el curso de la historia automotriz. Europa se enfrentaba al racionamiento de combustible tras el bloqueo del Canal de Suez en 1956, y el ingeniero Sir Alec Issigonis, bajo el encargo de la British Motor Corporation, recibió una misión audaz: crear un coche pequeño, económico y revolucionario. Así, en 1959, el MINI vio la luz, no como un simple vehículo, sino como un ícono mundial.

Compacto, ingenioso y rompedor, el Mini original introdujo el motor transversal y la tracción delantera en la producción masiva, maximizando el espacio interior y redefiniendo las posibilidades del diseño. Su agilidad conquistó las calles, y su carácter único lo convirtió en un símbolo de una nueva era. En los años sesenta, el Mini ganó desde el corazón de estrellas como The Beatles a pruebas como el Rally de Montecarlo. Era mucho más que un coche; era un emblema de estilo, ingeniería y juventud.

Sin embargo, el tiempo no fue indulgente con la industria británica. La mala gestión y la competencia internacional agostaron al Mini durante los años setenta y ochenta, relegándolo a un recuerdo del pasado. En 1994, BMW vislumbró un potencial dormido. Tras adquirir el grupo Rover, la firma alemana decidió rescatar al Mini, separándolo del destino incierto de su conglomerado. BMW no solo quería revivir un coche; quería revivir su esencia… y no precisamente la faceta de vehículo ultracompacto, sino la de pionero tecnológico premium.

El nuevo MINI eléctrico

El nuevo MINI eléctrico

Mini Hatch R50 de 2001: coqueto, pero demasiado afiliado para tu abuelita

Coincidiendo con el nacimiento de Autofácil, y hacia finales de 2000, tuvimos el privilegio de ver en exclusiva la semilla de la nueva Mini. Tras un rediseño que honró la esencia del original, firmado por Frank Stephenson, el nuevo MINI renació en 2001. Con enfoque premium, diseño icónico y tecnología de vanguardia, dejó de ser un coche económico para convertirse en un referente global de una fórmula que iba mucho más allá de un remake. Desde entonces, la marca ha experimentado una evolución constante, adaptándose a los cambios del mercado y las exigencias tecnológicas sin perder su nueva esencia.

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Pero comencemos por el principio… el primer Mini, denominado así, “a secas”, o más técnicamente Mini Hatch R50, tomó todos los puntos clave de la estética del Mini original y los trasplantó brillantemente a un cuerpo de 3,60 metros de largo. Este modelo incorporaba motores de gasolina de 1.6 litros desarrollados junto a Chrysler. El cambio era manual de 5 velocidades, aunque se podía optar por una caja de variador continuo (poco deportiva, pero innovadora en el segmento). A nivel de seguridad, el Mini Hatch integró sistemas como el ESP, consolidándose como un vehículo urbano pero sofisticado.

Mini Cabrio R57

Mini Cabrio R57

Simple, carismático, tecnológico y con Go-Kart Feeling...pura esencia MINI

En la redacción de Autofácil, el Mini cosechó amor desde el primer momento. Y no por su habitabilidad o acabados, sino sobre todo por su tacto (lo que Mini denomina Go-Kart feeling), derivado de una suspensión inusitadamente firme y una dirección precisa y dotada de la incisividad y rapidez de un relámpago. “No es un coche para abuelitas”, solíamos incluir en nuestras reseñas.

En 2002 llegó el Mini Cooper S (R53), una versión que elevó el rendimiento y el carácter deportivo de la gama. Este modelo adosaba un compresor al motor 1.6, elevando la potencia hasta los 163 CV y la diversión, junto con el consumo, a niveles estratosféricos. Por supuesto, también mejoraban suspensión y frenos. En la redacción, el Cooper S se ganaba con frecuencia el piropo de “pelotilla atómica”.

Apenas dos años después, en 2004, Mini amplió su línea con el Convertible (R52), la primera versión descapotable de esta nueva etapa. Este modelo incluía un techo de lona eléctrico con varias configuraciones, y para compensar la ausencia del techo rígido, integraba refuerzos estructurales que aseguraban la rigidez del chasis, además de un sistema de protección antivuelco.

Mino One D R50

Mino One D R50

La llegada de la segunda generación en 2006, representada por el Mini Hatch (R56), supuso un salto cualitativo en términos de eficiencia y tecnología. Mecánicamente, la cosa se puso muy seria, con la incorporación de los nuevos motores 1.6 High Performance Injection, desarrollados en colaboración con Peugeot-Citroën y dotados, literalmente, de todas las tecnologías disponibles en el momento. Inyección directa a alta presión, por supuesto, pero también distribución variable (la más avanzada del mundo) o sofisticaciones como la bomba de agua eléctrica.

Además, se abandonó la CVT en favor de la Steptronic de seis velocidades, mejorando el rendimiento deportivo. La transferencia tecnológica desde BMW también se percibía en la aparición del control giratorio y deslizante iDrive, que centralizaba las funciones de infoentretenimiento.

El año 2007 marcó la llegada del Mini Clubman (R55), un modelo que redefinió el espacio interior con una carrocería alargada y un diseño innovador, inspirado en el Mini Traveller clásico, que incluía una puerta lateral adicional, conocida como Clubdoor, y dos puertas traseras de apertura lateral. Apodado cariñosamente en la redacción como “la ambulancia de los enanitos”, escondía un arma secreta: una combinación entre rigidez de chasis, docilidad de bastidor y estabilidad a alta velocidad capaz de rivalizar con maestros de la dinámica de la talla del BMW Serie 3.

Interior del Mini

Interior del Mini

El mercado pide tres letras: S-U-V

En 2010, Mini dio un paso audaz al entrar en el segmento de los SUV con el Countryman (R60). Este modelo destacaba por ser el primer Mini con tracción total denominada ALL4, lo que ampliaba sus capacidades en terrenos más complicados. Además, ofrecía mayor altura y espacio interior, adaptándose a las demandas del creciente mercado de los SUV compactos. Su evolución técnica también se vio reflejada en la introducción de numerosos sistemas sofisticados, probablemente capitaneados por el HUD; un sistema que proyecta información esencial frente al conductor, mejorando la experiencia al volante.

La expansión de la gama continuó en 2011 con el lanzamiento del Mini Coupé (R58), un modelo biplaza con un diseño agresivo que incluía un alerón trasero activo, desplegable automáticamente a ciertas velocidades para mejorar la aerodinámica, y su pariente el Roadster (R59), una versión descapotable del Coupé que ofrecía un hecho de lona semiautomático y una experiencia de conducción más purista. Un año más tarde, en 2013, el Paceman (R61) combinó el estilo SUV del Countryman con un diseño más deportivo tipo coupé, incorporando también tracción total opcional en sus versiones más potentes e introduciendo a Mini en el mágico segmento de los crossover.

Llega ‘el Ukelele’

El año 2014 marcó el inicio de la tercera generación con el MiniHatch (F56). El cambio de letra no es trivial. Llegan motores más eficientes y de tres cilindros… pero, sobre todo, hace acto de presencia el kit modular UKL, conocido en la redacción como “el Ukelele”. Silencioso pero revolucionario, UKL abrirá la puerta a los primeros BMW de tracción delantera, y será diseñado con la ambición necesaria para cumplir con éxito esa misión crítica.


Los Mini seguirán yendo de lujo, pero modelos como el BMW Serie 2 Active Tourer tomarán prestados sus componentes para armarse de cara a competir con especialistas del Forward Wheel Drive de la talla de Audi. El Ukelele dotó a los modelos de Mini de nuevos superpoderes basados en visión artificial (fruto de una colaboración con la israelí Mobileye), como el control de crucero adaptativo, la frenada autónoma de emergencia y el reconocimiento de señales de tráfico. Además, se introdujeron los modos de conducción Green, Mid y Sport, que permitían ajustar la respuesta del motor y la transmisión según las preferencias del conductor.

Ese mismo año, Mini presentó el 5 Puertas (F55), una versión del Hatch diseñada para ofrecer mayor practicidad sin perder el carácter distintivo de la marca. En 2015 se repitió la jugada de la segunda generación con el Clubman (F54), que creció en dimensiones, posicionándose en el segmento de los compactos premium, conservando las puertas traseras de apertura lateral (nos fastidió la aparición de puertas traseras “convencionales”, pero porque en Autofácil siempre hemos sido muy nostálgicos) e incorporando materiales interiores aún más lujosos. Al año siguiente, el Convertible (F57) se renovó, con un techo de lona mejorado y casi todos los asistentes de conducción disponibles por aquel entonces en el mercado.

La estética los define

En 2017, el Countryman (F60) evolucionó hacia un SUV más completo, introduciendo la primera versión híbrida enchufable de Mini, el Countryman SE ALL4. ¿Un Mini, pionero de la revolución híbrida enchufable? Sí… y con una solución terriblemente ambiciosa que combinaba una batería, un pequeño generador adosado al motor térmico delantero y un eje trasero electrificado para brindar tracción total. La escasa autonomía estaba en línea con sus coetáneos, pero la solución era revolucionaria… y tendría muy buena acogida. Cabe destacar que este concepto, pero girado 180 grados, daría lugar a algo tan icónico como el superdeportivo BMW i8.

La electrificación completa llegó en 2020 con el Mini Electric (F56 BEV), el primer modelo totalmente eléctrico de la marca (abajo). La batería, de alrededor de 30 kWh, era de dimensiones modestas… pero el auténtico valor de la propuesta era la preservación del Go-Kart feeling… junto con el hecho de que toda la tecnología eléctrica se había desarrollado dentro del propio grupo, representando otro pasito hacia la gama de eléctricos y electrificados avanzados y eficientes que ofrecen ahora tanto Mini como BMW. No obstante, sería injusto no reconocer que se trataba, en realidad, del segundo Mini eléctrico tras el revolucionario Mini E de 2008, un fantástico eléctrico experimental con una tirada de 500 ejemplares.

La MINI de hoy: un proyecto robusto

En la actualidad, la marca Mini es un proyecto maduro, robusto y con entidad propia, que sigue cimentado en kits modulares exitosos y repletos de recursos, diseños ambiciosos y una imagen inequívocamente premium.

Los pequeños Mini, con códigos F65 (5 puertas), F66 (3 puertas) y F67 (descapotable), están disponibles con motores 1.5 y 2.0 y cajas de cambio de doble embrague y siete velocidades. Por su parte, las versiones eléctricas “pequeñas”, con código J01 y disponibles en variantes Cooper E (184 CV) y Cooper SE (218 CV), se fabrican actualmente en Jiangsu, China, aunque la producción regresará a Oxford en 2026. Cuentan con una estética llamativa y diferenciada tanto por fuera (con faros tendidos y calandra simplificada) como por dentro, con una gran pantalla animada por el OS 9 del grupo BMW.

En la sección de “tallas intermedias” encontramos el Aceman (J05), un híbrido entre el Cooper y el Countryman con una longitud de 4,08 metros, disponible exclusivamente en modalidad eléctrica, con baterías de entre 38,5 y 49,2 kWh y hasta 258 CV de potencia.

Finalmente, en el departamento de “grandes tallas”, seguimos teniendo al conocido Countryman, más emparentado que nunca con el BMW X1, y disponible con una enorme gama de motorizaciones que permiten elegir entre gasolina, diésel, tracción delantera o total, versiones 100 % eléctricas y superdeportivas John Cooper Works.

En definitiva, el Mini Hatch nació como un discreto revival de un clásico británico… pero ha acabado convertido en la marca dueña y señora del subsegmento premium de las categorías urbanas y compactas. Y sí… son bonitos, pero el secreto ha residido, como siempre suele ocurrir, en las tecnologías que hay bajo la piel y la cuidada puesta a punto de los chasis. ¡A por los próximos 25 años!

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