Cuatro años después de que estallara el dieselgate, en septiembre de 2015, los fabricantes de automóviles tienen que afrontar otra de vuelta de tuerca en los controles de las emisiones de gases de los coches. El mayor escádalo de manipulación de motores a cargo de Volkswagen ha servido para endurecer la disciplina y dejar atrás las viejas pruebas que eran un caladero de datos falsificados o alejados de la realidad.
El 1 de septiembre entra en vigor la nueva normativa Real Driving Emissions (RDE) para la medición de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) de los vehículos, después de que en la misma fecha del año pasado se pusiera en marcha el ciclo de homologación WLTP. Según informaron las asociaciones Anfac, Aniacam, Faconauto y Ganvam, esta nueva normativa es la primera de todo el mundo que se lleva a cabo de forma directa en carretera y que pretende medir y controlar las emisiones de NOx y de partículas en condiciones reales de conducción.
Dichas organizaciones apuntaron que el "RDE no sustituye al WLTP", sino que lo complementa. "Solo Europa ha implementado controles de este tipo con límites de emisiones que se irán reduciendo con el tiempo. Supone un gran salto en la evaluación de las emisiones de los automóviles y afecta a todos los vehículos de combustión", aseguraron.
Asimismo, destacaron que la industria del automóvil ha reducido en los últimos quince años los límites de NOx y partículas de los motores diésel gracias a la innovación tecnológica y afirmaron que los nuevos filtros "son altamente eficientes y eliminan el 99,9% de las partículas, incluyendo las ultrafinas". De esta forma, las emisiones de NOx de los vehículos se han reducido un 84% en dicho período.
Inversión de 50.000 millones
Ante la entrada en vigor de esta normativa, el vicepresidente ejecutivo de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), Mario Armero, explicó que los fabricantes han invertido más de 50.000 millones de euros en los últimos cinco años en la mejora del impacto medioambiental de los coches. Armero, que valoró de forma positiva la introducción de estas nuevas normativas, subrayó que el "progresivo envejecimiento del parque automovilístico español", con 12,4 años de media en 2018, no permite que la reducción de emisiones y partículas llegue a la sociedad.
"La industria de la automoción está sabiendo dar una respuesta tecnológica los retos medioambientales y el cumplimiento de las nuevas normativas de emisiones, tanto WLTP como RDE, son una clara muestra de ello", aseguró al vicepresidenta ejecutiva de la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto), Marta Blázquez.
De su lado, la directora general de la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios (Ganvam), Ana Sánchez, explicó que cualquier modelo nuevo "hoy por hoy" cumple "escrupulosamente" con las exigencias medioambientales más estrictas.
"El importante esfuerzo inversor que acomete el sector par que los vehículos de combustión cumplan con la normativa anticontaminación más exigente del mundo debe ir acompañado de medidas coherentes que no confundan a la opinión pública, discriminando determinados motores y generando incertidumbre en el usuario que quiere cambiar de coche, porque, de los contrario, esos esfuerzos en innovación no tendrán impacto en la mejora de la calidad del aire", puntualizó Sánchez.
Medición en tráfico real
El RDE mide las emisiones contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas que emiten los automóviles mientras circulan por la carretera, por lo que no reemplaza a la prueba de laboratorio WLTP. De este modo, la prueba RDE supone que un automóvil monitorizado con un equipamiento de medición específico recorre, durante un tiempo determinado, una serie de vías públicas que cumplen unos requisitos (vías urbanas, interurbanas o autopistas) y en una amplia gama de condiciones (altitudes, cuestas, temperatura ambiente, tráfico, carga del vehículo, etc). El equipo específico instalado en el vehículo recopila datos para verificar que no se excedan los límites legislativos para contaminantes como el NOx.
Para superar los criterios del RDE, en términos de medición de emisiones de NOx, casi todos los vehículos diésel deben estar equipados con sistemas de reducción catalítica selectiva (SCR) o Lean-NOx, entre otros, mientras que los modelos de gasolina de inyección directa pueden requerir filtros de partículas, lo que implica costes adicionales para los fabricantes y es posible que los coches más pequeños no puedan mantener sus precios actuales con dichas instalaciones.
La norma WLTP, que ayuda a simular una conducción más realista y a obtener unos datos más fiables, entró en vigor el 1 de septiembre de 2018 y sustituyó al Nuevo Ciclo de Conducción Europeo (NEDC, por sus siglas en inglés), diseñado en los años ochenta y vigente desde 1992.
Nuevas pruebas de gases
Este procedimiento de ensayo tiene un ciclo de conducción modificado y especificaciones que incluyen un tiempo de medición más largo y una velocidad máxima superior. De este modo, con el WLTP se miden cuatro intervalos de velocidades: hasta 60 km/h, hasta 80 km/h, hasta 100 km/h y por encima de 130 km/h. Además, el vehículo frena y acelera repetidamente durante dichas fases.
Por su parte, la velocidad media pasó de 33 km/h a aproximadamente 47 km/h, mientras que se especifica una temperatura de 23 grados centígrados, en comparación con los entre 20 y 30 grados estipulados en el NEDC.
El ciclo de conducción WLTP completo dura alrededor de 30 minutos, diez más que el anterior, al tiempo que la distancia recorrida en el ensayo pasó de 11 a 23 kilómetros. También tiene en cuenta extras opcionales en el vehículo que influyan en el peso, la aerodinámica y el consumo de energía.
En España, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo aprobó un régimen transitorio a la aplicación del WLTP hasta el 31 de diciembre de 2020, de forma que se usan unos valores correlados para reducir el impacto sobre el sector.
La diferencia con las mediciones NEDC, con dichos valores correlados, permite reducir a un 5% de media el impacto de precio en el mercado español que podrían alcanzar los automóviles con el WLTP, en comparación con la subida del hasta 20% que se registraría sin estos valores adaptados.