Hubo un tiempo en el que los motores diésel dominaban el mercado automovilístico. En ese tiempo, Volvo era una de las marcas con mejor reputación no solo por sus sistemas de seguridad, sino también por sus motores de gasóleo. Eso se acabó como demuestra que Volvo esté a punto de 'matar' el diésel anticipándose así a una tendencia general en el mercado.
El último coche con motor diésel saldrá de la fábrica de Volvo Cars a principios de 2024 y desde ese momento desaparecerá de su oferta comercial y de las líneas de montaje. Volvo se convertirá así en el primer fabricante convencional de automóviles en abandonar la propulsión diésel, que llegó a dominar las ventas durante años hasta el inicio de su desplome agravado por el escándalo de las emisiones dieselgate de Volkswagen.
Final de inversiones en combustión
Esta decisión deriva de la medida adoptada hace poco más de un año de abandonar el desarrollo de los motores de combustión al vender su participación en Aurobay. "Ya no dedicaremos ni una sola corona de nuestro presupuesto de I+D al desarrollo de nuevos motores de combustión interna", ha asegurado la compañía en el comunicado.
El consejero delegado de Volvo Cars, Jim Rowan, ha afirmado que su futuro pasa por los sistemas de propulsión eléctricos, que además son "superiores" a los motores de combustión porque generan menos ruido, menos vibraciones, menos costes de mantenimiento para nuestros clientes y cero emisiones del tubo de escape.
"Estamos totalmente centrados en crear una amplia cartera de vehículos premium totalmente eléctricos que cumplan con todo lo que nuestros clientes esperan de un Volvo y será una parte clave de nuestra respuesta al cambio climático", ha completado.
Transformación industrial
Asimismo, la compañía ha destacado que esta apuesta por la electrificación es "lo correcto" y que viene motivada por el último informe sobre el balance climático mundial publicado por las Naciones Unidas que ha alertado sobre la urgencia climática y la necesidad de actuar.
Del mismo modo, Volvo considera que la decisión de eliminar por completo los motores diésel para principios de 2024 es el ejemplo de la rapidez con la que está cambiando tanto la industria del automóvil como las exigencias de los clientes ante la crisis climática.