El Plan Renove ha pinchado. Ya es un hecho incuestionable. Solo hay que ver los datos disponibles hasta ahora, que indican que el 83% de los compradores de un coche que reúne los requisitos para recibir la subvención por comprar un coche renuncian a tramitar la solicitud. Es algo insólito que no había sucedido anteriormente con los otros planes Renove, Prever o Pive pero, sin embargo, se trata de una respuesta absolutamente predecible.
Yo mismo advertí, en el momento de la aprobación del plan, de los peligros que suponían las nuevas condiciones del Renove y el contexto en el que se ponía en práctica. La presentación a bombo y platillo del Plan Renove por parte de Pedro Sánchez y de todos el sector del automóvil pregonando al unísono que era la tabla de salvación porque inyectaba 250 millones para estimular el mercado y incluía a los coches diésel y de gasolina escondía graves defectos de fondo en el diseño de las ayudas con responsabilidades compartidas.
¿Alguien piensa que un cliente decidirá la compra de un coche de gasolina por una ayuda de 400 euros que tras el IRPF se quedará en unos 300 netos? A nadie le amarga un dulce, pero este no llega ni a tamaño de Lacasito, y más si tienes que dar tu coche viejo para acabar en el desguace cuando probablemente vas a ganar mucho más vendiéndolo. Y qué puede hacer ese caramelito en un contexto tan complicado e inédito como el actual, en el que todavía hay cientos de miles de empleados que malviven cobrando el desempleo en un ERTE o que se han quedado en el paro con una gran incertidumbre sobrevolando.
Error del sector
Tampoco ha ayudado la insistencia de los concesionarios en traspasar a los clientes el marrón del papeleo y del autoadelanto de la subvención. La búsqueda de la salvaguarda para la tesorería de los vendedores de vehículos ha sido un grave error de cálculo que ha contribuido al fracaso del Plan Renove.
Lo peor del caso es que no se aprecia propósito de enmienda ni en el sector ni en el Gobierno porque la simple prórroga en el 2021 no garantiza que cambien la actitud de los consumidores en relación con el Plan Renove a partir del 1 de enero. Si no se modifican las condiciones en un ejercicio de realismo, la solicitud y concesión de ayudas seguirá como hasta ahora, en un nivel simbólico.
Regularización por WLTP
El fiasco del Renove trastoca todos los planes sobre previsiones de recuperación y dificulta todavía más la ejecución de la transición ecológica, con medidas como la regularización de los valores de emisiones con el protocolo WLTP, tal como pactó el sector con el Gobierno hace dos años tras una prórroga excepcional. Ese momento tenía que llegar tarde o temprano y las marcas y concesionarios harían bien en adaptar su estrategia para amortiguar el golpe sin recurrir siempre a la ministra de Industria, Reyes Maroto, o al presidente del Gobierno para que les saque las castañas del fuego.
La lección que se desprende de todo este panorama es que los parches o las tiritas pueden ser absolutamente ineficaces cuando la economía recibe un golpe tan duro y tan brusco como el de 2020 por la pandemia. Haríamos bien en repasar la historia, concretamente el enfrentamiento entre Bill Clinton y George Bush cuando le espetaba la célebre sentencia de "es la economía, estúpido".