Bugatti, el mítico fabricante francés artífice de algunos de los deportivos más bellos de la historia, entra en una nueva etapa. Dos décadas después de desembarcar en el segmento de los hiperdeportivos con el Veyron, una máquina con más de 1.000 caballos de potencia, y tras su sustituto, el Chiron en 2016, llega ahora el Tourbillon, nombre que toma de la relojería de alta gama y hace referencia a un engranaje complejo que compensa las desviaciones que puede provocar en la maquinaria la gravedad. Este movimiento fue creado en Francia por el suizo Abraham-Louis Breguet a principios del siglo XIX.
El Bugatti Tourbillon es nuevo en todas sus dimensiones, pero conserva claramente el estilo de la marca, incluso en los colores. El azul de las tapicerías está inspirado en el del Type 57 SC Atlantique. El nuevo Bugatti utiliza un chasis y una estructura de carrocería totalmente nuevos que emplea como material un compuesto de carbono Y800 de nueva generación que consigue aligerar el peso, una medida muy importante porque tiene que integrar una batería en la estructura del monocasco. El Tourbillon es clásico pero se integra en los nuevos tiempos, es también híbrido.
Interior del Bugatti Tourbillon
Bugatti ha desarrollado para este modelo un motor V16 de 8.3 litros que pesa solo 252 kg, tiene una potencia de 1.000 caballos y gira a 9.000 rpm. La potencia total se amplía hasta los 1.800 caballos con la colaboración de dos motores eléctricos, de 300 caballos cada uno, sobre el eje delantero y otro sobre el eje trasero de 200 caballos que está conectado a la caja de cambios, situada detrás del motor. El sistema está alimentado por una batería de 25 kWh que está montada en el túnel central lo que permite colocar los asientos más bajos. En teoría el Tourbillon puede circular hasta 60 km en modo eléctrico, pero a una velocidad sensiblemente más baja de la que tiene homologada, 445 km/h, acelera de 0 a 100 en dos segundos y en 25 segundos puede llegar a 400 km/H.
Diseño analógico en el interior
El interior sorprende por su diseño analógico, que Bugatti justifica para preservar la atemporalidad de este exclusivo modelo y garantizar su revalorización, lo que se pondría en peligro con pantallas digitales (no lo dice pero da a entender que las considera un poco… vulgares). Bugatti ha creado una joya como cuadro de instrumentos que imita un reloj de lujo. Enmarcado detrás del volante, está formado por 600 piezas de titanio construidas con la colaboración de un maestro relojero suizo, que incluso utiliza algunos zafiros y rubíes para apoyar los engranajes y queda centrad detrás del volante. El conjunto pesa solo 700 gramos.
Todo el interior está tapizado en piel y los asientos, para ahorrar peso y altura son fijos, se adaptan al conductor regulando los pedales y el volante eléctricamente. En la espectacular consola central volada están los ajustes del aire acondicionado y otros selectores rotativos. No hay una pantalla visible para el infoentretenimiento, está oculta y solo emerge del salpicadero cuando lo solicita el conductor o al engranar la marcha atrás para ver las imágenes de la cámara trasera.
Solo 250 unidades
Mate Rimac, CEO de la nueva sociedad mixta entre Bugatti y Rimac, creada en 2021, destacó que “el desarrollo del Bugatti Tourbillon ha estado dirigido en cada etapa por los 115 años de historia de Bugatti y por los principios del propio Ettore Bugatti”.
Del Bugatti Tourbillon solo se van a fabricar 250 unidades, incluidas series especiales y unidades personalizadas. El montaje se va a hacer de forma artesanal en la histórica fábrica de Molsheim (Alsacia) y el precio de cada unidad será de 3,8 millones de euros, sin impuestos ni opcionales o elementos de personalización. Las primeras unidades se entregarán en 2026.
