Soy un afortunado. Tengo junto a mi casa un punto de carga para vehículos eléctricos todavía gratuito del Área Metropolitana de Barcelona. Hay pocos, una decena, y van muy buscados, aunque sufren múltiples problemas. Cuando no están averiados y funcionan, es frecuente ver a numerosos vehículos de empresas recargando para ahorrarse unos eurillos. Este uso intensivo por parte de coches de empresa es un síntoma de una gran asignatura pendiente de la movilidad eléctrica en España: la renovación de las flotas corporativas con vehículos eléctricos.
De enero a octubre, se matricularon en España 4.812 coches eléctricos destinados a empresa mediante el renting, lo que supone un 2,35% de todas las ventas de automóviles en ese segmento del mercado, según los datos de la Asociación Española de Renting de Vehículos (AER). El peso de los eléctricos en los coches de empresa está por debajo del mercado general, donde los 27.346 vehículos sin emisiones representan el 3,5% en el acumulado de 10 meses y del 4% en octubre pasado.
Fiscalidad mal enfocada
Las empresas son más de híbridos autorrecargables y de híbridos enchufables. La escasa penetración de los coches 100% eléctricos en las flotas de empresas es otra anomalía de España en el contexto de Europa. La entidad Transport & Environment la atribuye a una fiscalidad poco favorable para las empresas al no permitir una mayor desgravación de IVA para los vehículos más limpios. "Esto provoca que las empresas no se animen a migrar sus flotas hacia vehículos sostenibles. En Bélgica, Francia o Portugal la cantidad que se puede amortizar depende de las emisiones que emite el vehículo. España debería seguir el paso", explicó T&E.
Este es uno de los argumentos que esgrime la entidad ecologista europea para calificar la fiscalidad de los automóviles en España como "de las peores de Europa", debido a que sigue ofreciendo "más ventajas" a la compra de vehículos contaminantes que a la de coches eléctricos. España ocupa el último lugar en ingresos fiscales de los vehículos y los combustibles.
"Esta inadecuada imposición de los automóviles explica el desfase entre el objetivo de cinco millones de vehículos eléctricos para 2030 y el volumen actual (...) circulando en el país, que apenas supera los 200.000. De hecho, España ocupa el puesto 23 de los 31 países de Europa en cuanto a la adopción de vehículos eléctricos de batería, por detrás de Italia, Francia y Portugal", destaca el informe de T&E.
Más eléctricos de empresa
Tendría que haber muchos más vehículos eléctricos de empresa en España como palanca para impulsar la electromovilidad en la fase inicial de la transición ecológica. Pero para que les salgan las cuentas y los responsables de las flotas opten por los eléctricos en lugar de los de gasolina o diésel, las ventajas tienen que estar claras y ahí la fiscalidad tiene un papel fundamental. Las ineficiencias del Moves también afectan a las empresas, obligadas a desembolsar por anticipado miles de euros hasta recuperarlos parcialmente.
Lo mismo se puede decir de los puntos de carga. No es de recibo que enchufes públicos gratuitos estén monopolizados por coches de empresa (incluyendo algunas compañías que se dedican a gestionar flotas de 'motosharing'), que deberían tener su propia infraestructura para que los particulares tengan más facilidad de acceso. El inmovilismo no es una opción en estos momentos. Se necesitan unos impuestos mejor enfocados a impulsar la movilidad limpia.