En un mercado invadido por pantallas gigantes, asistentes virtuales y diseños de ciencia ficción, Mazda propone un enfoque diferente con su CX-30: el de un SUV compacto muy versátil que aguanta bien el paso del tiempo pasado desde su lanzamiento en 2019. Con la actualización de 2025, el Mazda CX-30 apuesta por el refinamiento, la conducción deportiva y un equipamiento que combina elegancia, deportividad y una pizca de nostalgia. Es, en esencia, un coche con alma de la vieja escuela japonesa, pero bien adaptado a los tiempos que corren.
Valoración Mazda CX-30 e-SKYACTIV 2.5 de 140 CV: diseño, 8,5; interior, 6; motor, 7,5; conducción, 8; global, 7,5
Uno de los puntos más fuertes del Mazda CX-30 es, sin duda, su diseño. Fiel al lenguaje estético de la marca, el SUV compacto luce líneas limpias, formas equilibradas y una presencia poderosa que transmite solidez sin caer en estridencias. Tiene ese aire premium y deportivo al mismo tiempo que tanto gusta en el segmento, y que le da una personalidad muy marcada frente a sus competidores. Se trata de un diseño muy global, como demuestra también su producción en plantas de Japón, México y Tailandia.
Interior: tradición japonesa con toques modernos
El habitáculo del CX-30 es una oda a la elegancia clásica. Lejos del minimalismo extremo o la saturación digital, Mazda ha optado por un interior bien acabado, con materiales de calidad —cuero, textiles de buen tacto y plásticos suaves— y una distribución que prioriza al conductor. El puesto de conducción es envolvente y cómodo, con controles físicos para climatización y funciones clave, algo cada vez más raro de ver.
En un mundo donde casi todo se controla desde una pantalla, el CX-30 mantiene un joystick central circular para navegar por el sistema de infoentretenimiento, junto a una pantalla apaisada que solo se vuelve táctil al conectar Apple CarPlay o Android Auto. Este detalle, peculiar pero funcional, refleja bien el enfoque del modelo: mezcla de lo analógico con lo digital en un modelo que ya acumula seis años.
Tecnología: lo nuevo y lo viejo
Aunque el CX-30 no pretende ser un escaparate tecnológico, ofrece elementos de última generación como el Head-Up Display proyectado sobre el parabrisas, sensores de aparcamiento, asistentes de conducción y conectividad completa. Todo integrado de forma discreta y práctica, sin eclipsar la experiencia de conducción.
Conducción: esencia Mazda
Bajo el capó de la versión probada encontramos un motor e-SKYACTIV 2.5 de 140 CV con tecnología Mild Hybrid. Este propulsor de gasolina, combinado con una caja automática de seis velocidades, ofrece una entrega de potencia lineal y refinada, ideal para quien busca una conducción suave pero con carácter. El sonido del motor, incluso, recuerda al de los deportivos de antaño: noble, vibrante y presente, sin llegar a ser molesto.
No es un coche pensado para batir récords de consumo ni para ser 100 % eléctrico, pero sí para quien quiere evitar aún la electrificación total sin renunciar a ciertas ventajas como la etiqueta ECO. Y eso lo convierte en una opción equilibrada para quienes valoran el placer de conducir en estado puro pero con la ventaja de una electrificación suave.
El Mazda CX-30 es una rareza refinada en un mundo cada vez más impersonal. Un SUV que no quiere ser un gadget sobre ruedas, sino un coche auténtico, bien hecho, agradable de conducir y con estilo propio. Para quienes aprecian los botones físicos, el diseño con alma y una mecánica solvente sin electrificación agresiva, este modelo representa una alternativa sólida, elegante y con carácter.