El mercado automovilístico en Reino Unido alcanzó un volumen de 157.198 unidades el pasado mes de julio, lo que supone una caída del 4,1% respecto a las 163.898 unidades matriculadas en el mismo mes del año pasado. Según datos de la patronal británica SMMT, las entregas de turismos y todoterrenos en los siete primeros meses del año fueron de 1,43 millones de unidades, tras experimentar una reducción del 3,5% respecto a los 1,48 millones de unidades comercializadas en los mismos meses de 2018.
La caída se produce en vísperas de la nueva fecha límite para el Brexit de octubre con el nuevo primer ministro Boris Johnson. La patronal de fabricantes ha alertado de que se ha producido un frenazo a las inversiones y un retroceso en la producción como consecuencia de la incertidumbre de la salida de la UE.
Teniendo en cuenta el motor, las ventas de coches diésel en julio representaron el 25,9% del mercado, casi seis puntos menos que hace un año, mientras que los gasolina coparon el 65,8% de las entregas (61,5% en 2018) y los vehículos alternativos representaron el 8,2% (6,6% en 2018).
El diésel, bajo mínimos
Entre enero y julio, los coches diésel registraron una cuota del 27% sobre el total de las ventas, frente al 32,5% del mismo período del año anterior. Los modelos de gasolina se hicieron con un 66,2% del mercado (61,8% el año pasado) y los alternativos, con el 6,8% (5,8% en 2017).
El modelo más vendido en el mercado británico en julio fue el Ford Fiesta, con 5.646 unidades, por delante del Volkswagen Golf, con 4.288 unidades; del Nissan Qashqai, con 4.047 unidades; del Ford Focus, con 3.863 unidades, y del Mercedes-Benz Clase A, con 3.702 unidades.
En el acumulado del año hasta el mes pasado, el Ford Fiesta también fue el coche más demandado en Reino Unido, con 48.943 unidades, mientras que el resto del ranking lo completaron el Ford Focus, con 36.102 unidades; el Volkswagen Golf, con 35.781 unidades; el Nissan Qashqai, con 33.227 unidades; y el Vauxhall Corsa, con 33.061 unidades.