Mientras en Madrid la junta de accionistas de Ferrovial votaba el traslado de su sede a los Países Bajos para empezar a cotizar en la bolsa de Ámsterdam y en Wall Street, Stellantis celebraba al mismo tiempo su asamblea general en la ciudad holandesa de los canales en la que aprobó la subida de sueldos de sus directivos.
La decisión de trasladar la sede social de una empresa multinacional a Holanda es novedosa en España, pero bastante normal en el resto de Europa. Stellantis, que es el resultado de la fusión de un grupo francés (PSA) y otro italo-estadounidense (FCA), se creó en enero de 2021 y ubicó su sede en Ámsterdam sin ningún problema ni duda, pese a que el Estado Francés, entonces ya presidido por Emmanuel Macron, era el propietario del 12% del capital de la sociedad francesa.
La senda de Marchionne
La ubicación no era nueva para uno de los dos participantes en la unión del grupo automovilístico. Ámsterdam era ya la sede social de FCA, y de su gemela de vehículos industriales CNH Industrial, desde 2012. El 12 de noviembre de ese año, bajo la dirección de Sergio Marchionne, se produjo la creación de la sociedad Fiat Chrysler Automobiles (FCA), tras hacerse la italiana con el 100% de las acciones de la estadounidense.
La sede fiscal de FCA se trasladó a Ámsterdam, la operativa a Londres y la nueva sociedad empezó a cotizar en Nueva York y Milán. Simultáneamente se hizo exactamente lo mismo con la nueva CNH Industrial, resultado de la fusión de Fiat Industrial y la estadounidense CNH. Previamente, en 2010 había hecho una spin-off con las actividades de vehículos industriales, tractores y maquinaria agrícola, segregándolas de la matriz Fiat.
Marchionne, un genio de las finanzas, vio en la compra de Chrysler la posibilidad de salvar el control de la compañía para la familia Agnelli a través de su fondo Exor sin tener la mayoría del capital. Sin embargo, se mostró en contra de la fusión posterior con PSA, que se llevó a cabo tras su fallecimiento.
Ventajas para empresas en Ámsterdam
La regulación holandesa tiene, sin duda un atractivo fiscal para las empresas tanto en el impuesto de sociedades, el 20% para beneficios de hasta 200.000 euros y del 25% por encima de esa cantidad, y también el impuesto sobre los dividendos, que se sitúa como máximo en el 15%.
Los dividendos pagados a otras compañías que son accionistas pueden tributar al 0%. Las empresas no residentes solo pagan impuestos sobre ciertos ingresos obtenidos en Holanda, pero una de las mayores ventajas para las multinacionales es que es el país con mayor número de acuerdos para evitar la doble imposición. Las empresas que operan en otros países evitan pagar dos veces los impuestos, como ocurre en la mayoría de los casos de las empresas matrices con sus filiales extranjeras.
A estas ventajas hay que sumar que permite tener el control de la compañía sin poseer el 51% del capital. Así consiguió Marchionne que Exor siguiera teniendo el control de la nueva FCA con un 29% de las acciones y un 42% de los votos. La sombra de Marchionne se alargó sobre la fusión de su FCA con la francesa PSA y la nueva sociedad mantuvo la sede holandesa sin la oposición de ningún accionista, ni del Estado francés. Exor siguió siendo el accionista particular más importante de la nueva sociedad, con el 14%, la familia Peugeot y Bpifrance Participations (el Estado Francés) controlaban un 6% cada uno.