El Congreso de la Federación de Concesionarios de Automóviles (Faconauto) se convirtió en una autoafirmación del sector del automóvil como motor que genera un 12% del PIB. Pero no todo es idílico en el supuesto paraíso de vendedores y fabricantes. El presidente de Faconauto, Jaume Roura, defendió en el congreso la necesidad de mantener la unidad con los fabricantes de vehículos, a los que intentó disuadir de caer en la tentación de pedir a sus concesionarios un mayor porcentaje de automatriculaciones. Esa situación ya se está dando en algunas marcas con sus puntos de venta, a los que exigen unos objetivos de unidades matriculadas "demasiado ambiciosos alejados de la realidad de un mercado que no crecerá" en 2017, según Faconauto.
Mercado plano en 2017
La patronal de los concesionarios prevé un mercado plano en 2017 y 2018 estancado en 1,2 millones de matriculaciones debido al pinchazo de la demanda de los clientes particulares en ausencia de un plan PIVE. De las afirmaciones del presidente de los concesionarios se desprende que los fabricantes todavía no han asumido el cambio en la evolución en el mercado y siguen exigiendo volúmenes demasiado altos. Esa desaceleración se produce después de un 2016 en que los concesionarios aumentaron sus plantillas en 7.342 trabajadores, facturaron 30.686 millones y parecen haber tocado fondo en la fuerte tendencia al cierre de establecimientos al registrar un leve descenso de 4.091 a 4.036 puntos de venta.
Viejas heridas
La llamada a la unidad de Roura ha despertado viejos fantasmas del pasado fruto de una tormentosa relación entre concesionarios y fabricantes. La bonanza de los últimos años ha ayudado a restañar, al menos parcialmente, esas viejas heridas. Pero el freno en el crecimiento del mercado amenaza con reabrir algunas de esas heridas. Al fin y al cabo, concesionarios y marcas tienen una relación de dependencia pero también de negociación y tensión por la distribución de los márgenes del negocio. ¿Ha vuelto el mal rollo en el sector?
