En Sant’Agata Bolognese, la sede de Lamborghini, el 2020, a pesar de la pandemia y sus terribles consecuencias, es un año de celebraciones. Tras conmemorar los 50 años del Urraco, ahora es el turno del Lamborghini Diablo, un treintañero que sigue muy vigente. Por una unidad de este modelo se llegan a pagar actualmente más de 200.000 euros, aunque se dejó de fabricar en 2001.
El Diablo, cuyo nombre no tiene nada que ver con el inframundo, sino que, siguiendo la tradición de la casa, fue un toro del siglo XIX de la ganadería del Duque de Veragua que tuvo una lidia memorable con José de Lara (Chicorro) en la plaza de Madrid. El toro tenía trapío y su tocayo en Lambroghini fue, sin duda, un bravo deportivo.
Ha sido, hasta la llegada del Urus, el Lambo del que más unidades se han fabricado, 2.903 en 11 años. El Diablo vivió intensamente toda la década de los 90. Se presentó en el Salón de Ginebra de ese año, como sustituto del Lamborghini Countach, y despareció en 2001 dejando el relevo al Murciélago. En esa década y un año se alzó como el modelo más emblemático de la marca, el más veloz de la historia entre los vehículos de producción, 325 km/h, el primer Lambo descapotable con un motor de 12 cilindros y el primer GT del toro con tracción integral.
Todo eso lo hizo en unos años de convulsa historia de la empresa. En 1973 Ferruccio Lamborghini, su fundador había dejado la compañía, y el 23 de abril de 1987 la estadunidense Chrysler tomó el control de lo que se llamaba Nuova Automobili Lamborghini, tras haber pasado por las manos de un grupo de inversores italianos. En 1994 Chrysler vende la compañía a otros inversores, esta vez de Indonesia, y en 1998 Audi se hace con el fabricante italiano.
Los orígenes del Diablo
Pese a esos cambios empresariales, la historia del Diablo fue sólida. El proyecto había arrancado antes de la llegada de los americanos, en 1985, con el nombre interno de P132. El diseño original era de Marcello Gandini (Turín, 1938), un diseñador que trabajaba en Bertone y que fue el responsable de míticos coches italianos como el Lancia Stratos, el Alfa Romeo Alfetta o los Lamborghini Miura, Countach y Diablo, aunque Chrysler retocó ligeramente el proyecto.
El Diablo, que puso a punto el piloto italiano de rallies Sandro Munari, era un biplaza con dos puertas y tracción trasera. Medía 4,47 metros de largo, dos de ancho y 1,1 de alto, con una distancia entre ejes de 2,65 metros. El motor, un V12 atmosférico y 5.7 litros, era capaz de desarrollar 485 caballos, con un par máximo de 580 Nm, que estaba situado en posición longitudinal y trasera. El interior estaba tapizado en cuero y tenía ventanillas eléctricas, aire acondicionado y ajuste electrónico de los asientos, todo un lujo e esos años. Obviamente no contaba con ninguna ayuda electrónica a la conducción.
Evolución del deportivo
A lo largo de su vida, el Diablo fue evolucionando y haciéndose más bravo y diferente. En 1993 llego la versión con tracción integral, para la que buscaron el sofisticado sobrenombre de VT (Viscous Traction) por el acoplamiento viscosos entre el eje delantero y trasero. Ese mismo año se lanzó una serie especial que conmemoraba el 30 aniversario de Lamborghini con una potencia elevada a 523 caballos. En 1995 se lanzó la versión el Roadster, que también llevaba con tracción integral VT y fue el primer descapotable de Lamborghini con motor V12.
En 1999, cuando Audi pasa a controlar la empresa rediseña el estilo del Diablo y encarga la tarea al belga Luc Donckerwolke (Perú, 1965) que fue el primer diseñador interno de Lamborghini y luego tuvo una larga trayectoria en Audi, Seat, Kia, Genesis y Hyundai de donde se despidió el pasado mes de marzo, oficialmente por motivos personales y para atender a su familia.
El último Diablo fue dorado y con un motor más potente con 529 caballos y un par máximo de 605 Nm. Por primera vez un Lambo estrenaba el sistema ABS. Ahora ya ha entrado en la historia.