Esta semana parece que se ha evitado que nos disparemos un tiro en el pie de la industria española de automoción gracias al freno a la subida del impuesto sobre el diésel. Pero hay otras amenazas a la vuelta de la esquina, suficientes como para dispararnos varios tiros en los dos pies del sector del automóvil español en un momento crucial.
Decía Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, que "la industria del automóvil tienen muchas tareas que hacer por delante" y la política tiene que "ayudar y acompañar para que esto sea así", ya que "dificultar" esta tarea ahora "no conduce a nada". Curiosamente, quien ha batallado más para frenar la subida del gasóleo es el primer partido en una comunidad autónoma como el País Vasco, que tiene la fábrica de Mercedes, de un tamaño mucho más reducido que otras como las de PSA, Seat y Renault.
Esteban tiene razón aunque sabe que la suya es una victoria pírrica porque únicamente permite alejar ligeramente un camino que parece inevitable como es la transición a una movilidad sin emisiones. ¿Es bueno eludir ese reto o es mejor coger el toro por los cuernos, como ha hecho el Reino Unido adelantando el veto a la venta de vehículos de combustión a partir de 2030?
Subida fiscal en 2021
La transición es inavitable, pero coincide con una coyuntura en la que la prioridad es subsistir al tsunami, especialmente en España, el país más castigado entre los grandes mercados automovilísticos europeos y que está contaminando ya a las fábricas.
El peligro que supone un nuevo parón de los mercados se alinea con la nueva amenaza de una subida de unos 800 a 1.100 euros en el precio de los vehiculos a partir de 2021 por el final de la moratoria para la entrada en vigor plena de los nuevos valores de emisiones con el protocolo de homologación más realista WLTP.
"Con esta medida se pone en riesgo no sólo a las plantas productoras y a los concesionarios sino también al tejido industrial y al propio empleo", ha advertido el sindicato FICA UGT, que ha reclamado en una carta enviado a la ministra de Industria, Reyes Maroto, una solución alternativa como la que han adoptado otros países.
Esa subida de los precios puede neutralizar el efecto de las ayudas del Plan Renove, que ya se están demostrando como insuficientes para vencer el pesimismo y los efectos de la crisis sobre los consumidores en España.
El desprecio de Teresa Ribera
La preocupación del sindicato se debe por la falta de una alternativa cuando falta poco más de un mes para que se haga efetiva esa peligrosa subida y porque la decisión está en manos de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, "que no conoce el sector con la misma profundidad" que Reyes Maroto.
Pero no es que Ribera esté mas alejada de la industria de automoción, sino que a menudo actúa de espaldas a él o con desprecio. El último ejemplo ha sido la participación de la vicepresidenta cuarta en un encuentro organizado por Nissan, que se encuentra en su cuenta atrás para cerrar tres fabricas en Barcelona. Con ese anfitrión, Ribera se mostró comprensiva al indicar que la transición ecológica es una oportundiad para la cadena de valor industrial, que "va más allá del ensamblaje de vehículos". Los lectores de Coche Global censuraron a Ribera con un 90% de votos en una encuesta en Twitter en contra de su participación en el encuentro de Nissan.
Eso sí fue un tiro en el pie, pero en el pie de la industria de automoción. Ribera habló de la nueva fiscalidad enfocada a la transición ecológica en la que se podían plantear bajar o quitar el IVA a los vehículos eléctricos. Faltó por saber si la otra cara de esa moneda es mantener la penalización del diésel y la gasolina y si ese castigo se aplicará ya en 2021. Es un asunto que deberá debarirse en el seno del Gobierno no solo entre el PSOE y Podemos, sino entre la familia industrialista de Reyes Maroto y la ecologista de Teresa Ribera. Una vieja disputa que reaparece en un momento inoportuno.