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Volkswagen ID.4 en EEUU listos para la venta / VW

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Europa ante los aranceles de Trump: nadie gana, todos perdemos

La política arancelaria de Trump, lejos de proteger a la industria de EEUU, amenaza con desestabilizar un mercado frágil. Europa debe actuar con cautela y estrategia

Juan Carlos Payo

18.02.2025 20:05h

4 min

Los aranceles propuestos por Trump no garantizan un ganador. En un mundo cada vez más interconectado, el proteccionismo no solo es una estrategia obsoleta, sino también contraproducente. La cooperación internacional y el fortalecimiento de las relaciones comerciales son esenciales para navegar en un entorno global complejo y cambiante.

Un juego de alto riesgo, podría ser otro titular para estas líneas. La política arancelaria de Trump, lejos de proteger a la industria estadounidense, amenaza con desestabilizar un mercado ya frágil. Europa, por su parte, debe actuar con cautela y estrategia, utilizando la diplomacia y la innovación como herramientas principales para enfrentarse a este desafío.

La reciente amenaza del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25% al aluminio y acero importados, seguida por la posibilidad de aranceles a los automóviles europeos, pone de manifiesto una política proteccionista que busca redibujar el mapa comercial global. Sin embargo, esta estrategia podría tener consecuencias negativas tanto para la industria automovilística estadounidense como para la europea. La pregunta que surge es: ¿realmente hay ganadores en esta situación?

Los aranceles a las importaciones de acero y aluminio son un golpe directo a la industria automovilística, donde estos materiales representan alrededor del 67% del peso de un vehículo. El año pasado, 2024, Estados Unidos importó aproximadamente 8 millones de vehículos, con un valor total superior a los 240.000 millones de dólares, según datos del Departamento de Comercio.

Con casi la mitad del coste de producción de un coche vinculado a estos componentes, los fabricantes se verían obligados a trasladar este aumento de costes al precio final, lo que podría resultar en un incremento de precios de entre el 8% y el 9% para los consumidores estadounidenses. Este aumento, sumado al ya existente problema de asequibilidad en el mercado estadounidense, donde el precio promedio de un vehículo nuevo ha alcanzado casi los 50.000 dólares, podría frenar el consumo y, por ende, la producción.

¿Proteccionismo o farol?

El enfoque de Trump parece más un juego de presión que una política a largo plazo. En 2018, cuando se introdujeron aranceles similares, las empresas no invirtieron en mejorar su capacidad productiva, sino que optaron por deshacerse de sus actividades. Esto sugiere que las medidas arancelarias están más orientadas a obtener concesiones políticas inmediatas que a fortalecer estructuralmente la industria nacional.

El caso de Australia, que ha logrado una exención tras una llamada diplomática, ilustra cómo el enfoque de Trump depende de la negociación y no de la implementación firme de políticas proteccionistas. Esto podría indicar que los aranceles son un farol para obtener promesas de inversión y compromisos de sus socios comerciales. Y aquí, nuestra Ursula von der Leyen no ha sido la más lista de la clase para haber sido de los primeros en descolgar el teléfono y marcar el prefijo de Washington. Y si no es la presidenta, que sean directamente los líderes europeos los que aprovechen sus canales diplomáticos para negociar excepciones o acuerdos que minimicen el impacto de los aranceles. La actitud de Trump demuestra que la diplomacia directa aún puede ser una herramienta eficaz.

Europa se enfrenta a un dilema complicado. Responder con medidas similares podría desencadenar una guerra comercial perjudicial para ambas partes. En cambio, Europa debería centrar sus esfuerzos en fortalecer su competitividad global, la madre de todos los problemas. Invertir en innovación, tecnología y sostenibilidad puede ser la clave para contrarrestar los efectos negativos de los aranceles y mantener la relevancia en el mercado internacional. Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), Europa exportó más de 5,8 millones de vehículos en 2022, lo que representa un valor superior a los 150.000 millones de euros. Proteger este mercado es crucial para la economía europea.

Consecuencias a largo plazo

Más allá del impacto inmediato en precios y producción, los aranceles de Trump podrían tener efectos duraderos en la estructura de la industria automovilística. La incertidumbre regulatoria podría frenar en el país la inversión en innovación, especialmente en el desarrollo de vehículos eléctricos, un área crucial para la transición hacia un transporte más sostenible. La industria automovilística europea ha invertido más de 60.000 millones de euros en el desarrollo de vehículos eléctricos y sostenibles -250.000 millones la industria mundial-, una apuesta que podría verse comprometida por la inestabilidad del mercado.

Además, la política de aranceles podría impulsar a los fabricantes a reconsiderar sus cadenas de suministro, buscando alternativas que eviten las barreras comerciales. Esto podría llevar a una reconfiguración de las operaciones globales de producción, con potenciales pérdidas de empleo y desinversiones en regiones hasta ahora estratégicas.

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