La transición de la movilidad basada en el petróleo a los nuevos vehículos eléctricos tiene muchas derivadas como la gran importancia del cambio de reglas geopolíticas. Lo importante ahora no son los yacimientos de crudo, sino las minas de litio, cobalto y otros minerales imprescindibles para las baterías así como donde se ubican las fábricas de las celdas que almacenan la electricidad para los nuevos coches. El Gobierno de EEUU acaba de cuantificar, en un alarde de descarado proteccionismo, la nueva norma que determina qué vehículos pueden recibir las ayudas de 7.500 dólares.
El Departamento del Tesoro del Ejecutivo de Joe Biden ha puesto negro sobre blanco los requisitos que tendrán que cumplir los fabricantes para que sus vehículos eléctricos puedan aspirar a recibir las nuevas subvenciones articuladas en la ley contra la inflación (IRS). A partir de este año 2023, el 50% de las baterías tienen que estar ensamblados o producidos en Norteamérica y el porcentaje va subiendo hasta llegar al 100% en 2029.
Baterías 'Made in USA'
En el caso de los minerales necesarios para los nuevos coches eléctricos, la nueva ley exige que sean extraídos o procesados en EEUU o "en un país con el que EEUU tenga un acuerdo de libre comercio", así como reciclados en Norteamérica. Los porcentajes exigidos van desde el 40% en 2023 hasta el 80% en 2027.
Si se cumplen las condiciones, cada bloque dará derecho a percibir 3.750 dólares de ayuda por la compra de un coche 100% eléctrico siempre que no superen un precio máximo de 80.000 dólares en el caso de una pickup, un SUV o una furgoneta, y 55.000 dólares para turismos.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, no esconde el objetivo proteccionista de esta regulación: "La Ley de Reducción de la Inflación es una legislación única en una generación que está reduciendo los costos para los consumidores estadounidenses, construyendo una base industrial sólida en los EEUU y reforzando las cadenas de suministro".
Eléctricos sin subvención
La patronal de fabricantes de vehículos de EEUU (Alliance for Automotive Innovation) ha mostrado su desconcierto con una normativa que irrumpe en un sector muy globalizado en sus cadenas de suministros. Hasta el punto de que ven difícil que muchos modelos eléctricos a la venta en EEUU puedan cumplir con las exigencias de producción nacional. Antes del nuevo cambio normativo, solo el 40% de los modelos eléctricos cumplía los requisitos, un porcentaje que se reducirá todavía más con los porcentajes 'Made in USA'.
Por ello, John Bozzella, presidente de los fabricantes estadounidenses, ha planteado a Yellen que incluya la UE y Japón entre los territorios amigos para justificar la localización de componentes. En cambio, los modelos de China estarán explícitamente vetados para recibir ayudas debido a la guerra comercial existente con EEUU.
Los fabricantes se quejan también de la intervención hasta el detalle, lo que obligará a detallar la procedencia de hasta la última tuerca de cada vehículos. La patronal considera que la nueva norma impone las "reglas más estrictas y complicadas hasta el momento" sobre las cadenas de abastecimiento de baterías y minerales. El reto es que esa información detallada sea presentada por los fabricantes al Gobierno y que los consumidores encuentren la lista de modelos que pasan el filtro y tienen derecho a bonificación.
Nuevo orden de las baterías
La normativa proteccionista de EEUU es el último y más palmario ejemplo del nuevo orden geopolítico que se está forjando y que, según la consultora EY, actúa como uno de los cuatro vectores de transformación de la automoción junto a la sostenibilidad, los nuevos hábitos de consumo y la disrupción tecnológica. Pero no es un caso único, sino la respuesta a la regulación de China, que obligaba a localizar producción de vehículos eléctricos en el país para recibir las ayudas. En cambio, la UE se ha convertido en un paraíso de libre comercio en el que todos los vehículos eléctricos pueden recibir ayudas, desde los europeos a los norteamericanos pasando por los nuevos modelos chinos que invaden el mercado, así como los japoneses y los coreanos.
Ese nuevo orden mundial de las baterías también se ve como una amenaza por parte de loa fabricantes, no solo de los gobiernos, tal como advirtió Carlos Tavares, CEO de Stellantis, en un foro creado por el grupo. "No estamos produciendo tanto litio como necesitamos. Ahora mismo tenemos 1.300 millones de coches que funcionan con motores de combustión interna en el planeta. Tenemos que sustituirlos por una movilidad limpia y eso necesitará mucho litio", ha advertido el directivo. "No solo -añadió- es una cuestión de que el litio pueda ser insuficiente, sino que la concentración de su extracción puede generar problemas geopolíticos".