Pedro Sánchez ha anunciado la prórroga de las medidas para paliar los efectos de la guerra de Ucrania, entre ellas el descuento de 20 céntimos por litro de gasolina y diésel. Al mismo tiempo, el Gobierno avanza que puede haber algunos "ajustes y mejoras". A la vista de cómo ha ido la aplicación de la rebaja, es imprescindible que se corrija la medida para garantizar que su finalidad es aliviar los costes de la movilidad de familias, autónomos y empresas.
La medida estrella del nuevo "escudo social" para hacer frente a las consecuencias económicas de la invasión de Rusia de Ucrania y de la guerra fría de sanciones desatada con la Unión Europea se ha disuelto más rápido que un azucarillo en un café ante la persistente subida de los precios de los combustibles, que han llevado el litro de gasolina a casi dos euros de media y el de gasóleo a 1,852. La picaresca de un sector de petroleras y gasolineras neutralizando el descuento en su propio beneficio con subidas tácticas de los precios ha agravado el problema y ha provocado que se desvíen y se perviertan los efectos beneficiosos de la medida.
Porcentaje mejor que rebaja fija
En primer lugar, una medida que podía ser útil ha quedado desbordada por la realidad por ser demasiado conservadora y estar mal planteada. Más que los 20 céntimos de descuento, hubiera sido más útil un porcentaje de rebaja sobre el precio del carburante. De tal manera que, al subir el precio de venta de la gasolina y el gasóleo, el descuento en céntimos también subiría para mantener el porcentaje. La consecuencia para las arcas del Estado es que la factura hubiera sido mayor.
Ante las subidas previas al inicio de la aplicación de la rebaja y también las posteriores, El Gobierno confió la supervisión de posibles malas prácticas a la Comisión de Competencia. Pero la realidad es que los consumidores vemos cada día cómo languidece el efecto de la ayuda pública.
Freno a la picaresca
Estamos ante un sector con un largo historial de prácticas contrarias a la competencia y que ahora vuelve a estar bajo sospecha. Un reciente estudio de profesores universitarios de Las Palmas de Gran Canaria y Barcelona que analiza los efectos del descuento de 20 céntimos llega a la conclusión de que la rebaja "no se ha trasladado a los consumidores". "Varias son las lecciones que se pueden extraer de estos resultados. En primer lugar muestran cómo en un mercado con severos problemas de competencia en todas los eslabones de la cadena productiva, y una demanda inelástica, el establecimiento de un subsidio permite que los productores se apropien de una parte de este", indican los profesores.
Por ese motivo, los "ajustes y mejoras" de los que habla el Gobierno deberían incluir, además de un cambio en la fórmula del descuento, los mecanismos rápidos y eficaces para que la rebaja vaya al bolsillo de los consumidores y no al de petroleras o gasolineras como beneficios regalados. Veremos hasta dónde llega Pedro Sánchez y su gabinete en el nuevo decreto para alargar tres meses la subvención a los carburantes.