El desarrollo de un nuevo modelo de vehículo es un proceso largo, complejo y caro que no siempre da los resultados esperados. El sector del automóvil tiene una larga lista de modelos que han pinchado y que finalmente fueron sacrificados por los fabricantes para taponar las pérdidas que generaban. ¿Os acordáis del Audi A2, del Peugeot 1007 o del Honda Insight? Son algunos de esos modelos que no cuajaron.
Uno de los peores pinchazos para una marca de coches consiste en dedicar entre dos y tres años a desarrollar un coche con una inversión media que puede oscilar entre 300 y 500 millones de euros en el diseño, la ingeniería, el utillaje industrial y la adaptación de la línea de producción de una fábrica y tener que matar ese modelo al cabo de un tiempo debido a las escasas ventas.
Casi todas las marcas se han encontrado en un momento u otro en esa coyuntura en la que tienen que asumir el fracaso y sacrificar un modelo que no genera suficientes ventas para ser rentable. Eso le ocurrió a Audi con el modelo A2, un innovador y pionero monovolumen pequeño de aluminio que nació en 1999 y se dejó de vender en 2005 tras sufrir una agonía de ventas. Entre los motivos se pueden citar el precio elevado, un diseño que no fue bien recibido y un reguero de averías que lo situó en las primeras posiciones del ranking de fallos de los clubs de automovilistas.
Renault es una de las marcas que tiene más muescas en su historial de tropezones. Uno de los más sonados fue el del Avantime, ¿un monovolumen? ¿un coupé? La confusión hizo que las ventas se quedaran muy por debajo de las expectativas y lo convirtió en uno de los modelos más efímeros de la historia de la automoción al fabricarse sólo entre 2001 y 2003.
En la lista de Renault también encontramos el Modus, un monovolumen pequeño al que la fábrica de Valladolid unió su futuro en la década pasada. Al inicio de su comercialización ya se vio que las ventas eran muy inferiores a lo que se esperaba, por lo que obligó a reducir el volumen de producción y a eliminar turnos en la fábrica de Renault en Valladolid.
Algunos de los coches que pincharon se pueden clasificar como "demasiado avanzados para su época". El Peugeot 1007 encajaría en esa consideración. El monovolumen pequeño con puerta corredera daba al modelo un carácter práctico diferencial que no fue suficiente para convencer a los compradores.
Otros modelos sacrificados por las marcas tenían poca personalidad o directamente estaban inspirados en otros coches con los que querían competir. Honda comunicó en febrero que paraba la producción del Insight, un híbrido con el que quería plantar cara al Toyota Prius, que finalmente ganó el pulso. El Honda Insight no era un mal coche, doy fe que su conducción era agradable, cómoda y ecológica.
En otros casos, los coches que pincharon eran directamente raros o feos para una mayoría de consumidores. Eso le pasó a Seat con el Toledo de la generación anterior a la actual por un abultado culo que desorientó al mercado. Al final quedó condenado a un coche para flotas de policías, empresas y taxistas. El fracaso provocó la desaparición del Toledo del mercado durante unos tres años, hasta que ha sido resucitado aprovechando el modelo Rapid de Skoda.
Algunos revivals pioneros como el Chrysler PT Cruiser tuvieron que tirar la toalla en 2007 porque esta propuesta retro quedó desfasada y la marca necesitaba mejorar sus finanzas. En la lista de pinchazos también podemos incluir el Hummer, que fue sacrificado por General Motors por su falta de rentabilidad y por ir contra la tendencia a vehículos más eficientes y sostenibles.