El miedo a quedarse tirado por el agotamiento de la batería es una de las pesadillas de los usuarios de coches eléctricos y uno de los principales frenos para la popularización de estos vehículos. La industria de automoción se esfuerza en aumentar la autonomía de las baterías, pero las encuestas a los usuarios siguen detectando el pánico a la grúa como uno de los handicaps que alejan a los consumidores de la creciente oferta de vehículos eléctricos. La pesadilla se ha convertido en realidad en la Fórmula E, el mayor escaparate mundial de la movilidad eléctrica.
La carrera disputada este sábado en el circuito Ricardo Tormo de Cheste llevó el temor de los automovilistas al extremo con más de la mitad de los monoplazas que se quedaron literalmente tirados antes de llegar a la meta al haber agotado la carga de electricidad de sus baterías. La competición creada por Alejandro Agag con la loable finalidad de mostrar el potencial de los coches eléctricos se ha convertido en esta ocasión en algo parecido a un esperpento con los bólidos desacelerando uno tras otro a pocos metros de cruzar la bandera a cuadros.
Para más inri, esta fue la primera carrera de la Fórmula E disputada en un circuito estable diseñado para las competiciones tradicionales de coches y motos de gasolina en lugar de un trazado urbano con velocidades punta más bajas y más capacidad de regeneración de energía. La comparación con la Fórmula 1 y otras competiciones inferiores ha dejado la Fórmula E en bastante mal lugar por mucho que los organizadores intenten salvar los muebles.
Excusas de la Fórmula E
"La gestión de la energía es fundamental para las carreras en la Fórmula E, y con la carrera llena de incidentes y lluvia en el Circuito Ricardo Tormo con cinco apariciones del MINI Electric Pacesetter Safety Car, las estrategias de gestión de energía cuidadosamente calculadas de los equipos se desequilibraron con una vuelta más de lo esperado", aseguró la organización de la Fórmula E para intentar justificar el pésimo espectáculo mostrado en Valencia, que calificó de uno de los E-Prix "más locos de la historia" de la competición.
Lamentablemente, la Fórmula E también ha sido víctima de las debilidades de la nueva movilidad eléctrica, que persiste a pesar del empeño de las administraciones por conducir las ventas de automóviles hacia los turismos propulsados por baterías. La extensión de los coches eléctricos tiene muchos motivos para que vaya más lenta de lo que algunos han planificado o deseado. La realidad se impone, incluso dando más ayudas como las del Plan Moves 3, por lo que habrá que ser realista y buscar un plan B más posibilista que combine las ventas de eléctricos con el recurso a los híbridos y a la sustitución de los coches más viejos por otros nuevos, aunque sean de gasolina o diésel.