La electrificación de la automoción en España se somete a examen con la adjudicación de las ayudas del PERTE del vehículo eléctrico y conectado. La expectativa creada con el primer proyecto estratégico para la recuperación con fondos europeos Next Generation fue enorme desde su aprobación en junio de 2021. Hasta el punto de que entre el propio Gobierno y las empresas convirtieron el PERTE en un maná de subvenciones que iba a meter a España en la electromovilidad. La realidad es que el 70% de los fondos del PERTE han quedado sin asignar por ahora y que más de uno puede ser víctima del síndrome del cuento de la lechera.
Casi un año y medio después de su aprobación y unos dos años después del anuncio del primer PERTE del coche eléctrico, llega la hora de la realidad con una adjudicación de solo 877 millones de euros a una decena larga de proyectos tractores. Una buena parte de proyectos salen airosos de esa adjudicación, con un porcentaje de ayuda respecto a la inversión muy elevado. Ese sería el caso, por ejemplo, de Mercedes, Stellantis, Renault y el D-Hub que reindustrializará la planta de Nissan de Barcelona.
Proyecto campeón y con más ayuda
Sin embargo, Volkswagen y Seat se sienten agraviados porque consideran que su proyecto era el campeón. De ahí la amenaza orquestada en vísperas de que el Ministerio de Industria publicara la resolución final de las ayudas, que ha desoído las presiones de Volkswagen con la espada de Damocles de abortar la planta de baterías de Sagunto.
El proyecto Future: Fast Forward de Volkswagen y Seat es el que recibe más fondos del PERTE con mucha diferencia. De los 167 millones asignados inicialmente se pasará a una cifra que puede casi doblar el importe gracias a que el ministerio pasa de 702 millones adjudicados en agosto a 877 en la resolución final. Además, hay que restar los 106 millones que se iban a dar a Ford porque tuvo que retirar su proyecto ante el retraso de la electrificación de la planta de Almussafes.
Las relaciones entre el grupo Volkswagen y Seat y el Gobierno han quedado seriamente tocadas tras la tensión de las negociaciones de las últimas semanas y después del ultimátum lanzado públicamente por la compañía para presionar al equipo de la ministra Reyes Maroto y su secretario general de Industria, Raül Blanco.
El culpable del conflicto
En las últimas horas, tanto Pedro Sánchez como Reyes Maroto y otros dirigentes públicos han intentado limar las asperezas con Volkswagen y Seat, que han recuperado el estilo de las viejas presiones al Gobierno español en momentos decisivos para el futuro de la compañía en un país muy dependiente del fabricante alemán.
Las expectativas infladas de las ayudas que podían recibir están detrás de las amenazas de Volkswagen. Matías Carnero, presidente del comité de empresa y miembro del consejo de administración del grupo Volkswagen, apunta a Herbert Diess como uno de los causantes del conflicto al divulgar en la sede central de Wolfsburg que esperaba la adjudicación de 1.000 millones para sufragar una inversión del proyecto de 7.000 millones, contando los 3.000 millones de Sagunto, y que llega a 10.000 si se tiene en cuenta lo que desembolsarán las 60 empresas aliadas.
"Todo el mundo tiene su parte de responsabilidad. Se acaba de despedir a Diess, que decía que pedía 1.000 millones a España. Es el origen de la confusión, porque es mucho dinero", indicó Carnero en declaraciones a Cuatro.
Ayudas en varios cheques
Habría que ver si Diess llegó a esa conclusión por sí solo o alguien le indujo a esas cávilas. O quizá es que lo entendió mal porque no se trata de dar toda la ayuda en un solo cheque, ya que el PERTE, por ejemplo, no puede subvencionar los costes de construcción. Por eso, la inversión subvencionable con los criterios europeos de innovación del PERTE se reducía a unos 600 millones, según fuentes conocedoras de la negociación. A la subvención del PERTE hay que sumar las de las comunidades autónomas, en las que se puede apoyar otros conceptos para redondear el respaldo público.
El Ministerio de Industria sabe que tiene una gran patata caliente y que recibirá críticas por parte de la oposición (es extraño que no hayan salido ya en tromba) y de empresas que se consideran agraviadas. Sin embargo, la poca utilización de los fondos del PERTE, dotado con 2.975 millones, es consecuencia también de su propia rigidez, tanto en los criterios de lo que se puede subvencionar como en los plazos para presentar y ejecutar los proyectos. Por eso tiene lógica abrir una nueva convocatoria del PERTE en 2023 en la que podrán entrar otros proyectos importantes como los de Ford, nuevas adjudicaciones de Stellantis y la planta de baterías de Envision de Extremadura.
Ya sabemos cómo acaba el cuento de la lechera. Ahora hay que procurar aclarar las cosas, recomponer relaciones y evitar la pérdida de oportunidades.