El debate de investidura fue bronco en todos los aspectos. No solo en el meollo territorial y del conflicto independentista de Cataluña, sino también en los otros asuntos que esperan una oportunidad para colarse en el monotema. La transición energética tuvo sus minutos de gloria, muy pocos, pero también se convirtió en un arma arrojadiza contra Pedro Sánchez.
El candidato a la presidencia del Gobierno ha anunciado su intención de poner en marcha un Instituto de Transición Justa para ayudar a las comunidades afectadas por el cierre de la cuencas mineras y centrales nucleares, así como un plan integrado de Energía y Clima. "Cualquier acción tendrá como prioridad la transición justa en el nuevo modelo energético. No puede quedar nadie atrás ni haber perdedores", aseguró Sánchez como declaración de principios.
Más negociación y menos precipitación
El programa de Gobierno del PSOE y Unidas Podemos deja los aspectos más espinosos de la transición ecológica sin concretar. Eso no es que sea malo, sino más bien lo contrario debido a que es necesario negociar los objetivos y los plazos y evitar ocurrencias e imposiciones precipitadas en la lucha contra la contaminación.
En los discursos del resto de grupos políticos, las cifras de caída de las ventas de automóviles en 2019 que se conocieron esta semana se convirtieron en munición contra Pedro Sánchez. Por inacción o por exceso en un sentido o en otro, la transición del sector de automoción se convirtió en otro motivo de enfrentamiento sin que se viera en ningún caso una voluntad constructiva en esas críticas.
Puestos a buscar algo positivo en el debate de investidura, ha dejado claro que es todavía más urgente que los políticos suman la urgencia de clarificar el horizonte y preparar esa transición en las fábricas de vehículos, además de las centrales de carbón, térmicas o nucleares. No hace falta recordar que la automoción es el primer sector industrial y que de él dependen también las plantillas de los concesionarios de automóviles, pero sí hay que tener presente la curva del empleo, que empieza a caer.
Las multinacionales nos miran
Tanto si Pedro Sánchez sale elegido como si no, el sector y los consumidores no podemos esperar más tiempo en tener la certidumbre de las reglas del juego. La falta de un Gobierno sonsolidado ha afectado demasiado la política necesaria para la transición justa en un momento en el que se aceleran los impactos negativos y en el que otros países competidores cogen ventaja en una normativa para ordenar la transición y apoyar donde ses necesario. Si al diésel y la gasolina les quedan pocos años de vida, habrá que decir lo con claridad y buscar alterantivas viables. En todo caso, más vale dar pasos graduales que intentar un triple salto mortal.
Aunque puedan sonar a palabras estériles, tengo que decir que no es momento para tirarse los trastos a la cabeza en algunos asuntos esenciales como el de la transición energética. Hace falta altura de miras y más eficiencia, esa que los trabajadores de las fábricas tienen que demostrar a diario para ganarse las difíciles inversiones de unas multinacionales que someten el país a examen.