En el umbral de una nueva era para la industria de la automoción, el sector se enfrenta a desafíos inéditos y complejos, donde la transición hacia la movilidad sostenible se encuentra en un punto de inflexión. La digitalización, la robotización y la electrificación son claves para el futuro de este sector, pero lamentablemente, el ritmo de avance se ha visto frenado por unas inversiones que no han tenido el alcance esperado.
La industria de la automoción no es ajena a las transformaciones globales. En un estudio encargado por el CIAC a KPMG en 2018, ya se advertían las consecuencias de la falta de inversiones adecuadas para afrontar los retos del cambio de paradigma. De hecho, los datos de 2018 presagiaban que, para 2030, menos del 5% de la producción mundial de vehículos provendría de Europa Occidental, un dato alarmante que lamentablemente se hará realidad si no se toman las medidas adecuadas para revitalizar el sector.
El avance hacia la electrificación de la movilidad no está siendo tan rápido como se esperaba. La demanda de vehículos eléctricos en Europa no está alcanzando las previsiones, lo que pone en peligro la viabilidad del cambio de modelo que la industria necesita.
Acabamos 2024 y la industria se enfrenta a una competencia cada vez más feroz. Mientras que Europa ha visto una caída en la producción de vehículos en los últimos años, Asia-Oceanía, liderado por China, ha experimentado un crecimiento notable. Desde 2010, la producción de vehículos en Asia ha aumentado un 34%, mientras que Europa ha visto una caída del 8,4%, con una notable pérdida de presencia de países clave como Alemania y Francia. Este cambio en los polos de producción tiene implicaciones directas en la competitividad de Europa, que ya está perdiendo su protagonismo a nivel global.
Está claro que, la sustitución de la mecánica tradicional por nuevas tecnologías, ha elevado los costes de fabricación, incrementando el precio final de los vehículos y, en consecuencia, ha frenado su demanda por parte de los consumidores. Si a ello le sumamos la falta de infraestructura de puntos de recarga públicos, la falta de homogeneidad de las políticas europeas y las escasas ayudas directas e inversiones público-privadas, nos situamos frente a un panorama muy complejo.
Por ello, Europa necesita un compromiso político y económico más firme con el sector de la automoción. Tal como señaló Mario Draghi, es urgente ejecutar inversiones masivas en sectores estratégicos como la transición ecológica, la transformación digital y la reindustrialización. La automoción es uno de esos sectores clave que requiere apoyo urgente para garantizar su competitividad y sostenibilidad.
El mensaje es claro: Es hora de que se escuche al sector y se tomen decisiones políticas adecuadas para que la industria de la automoción pueda continuar su transición hacia la sostenibilidad, la digitalización y la electrificación. Estamos convencidos que la industria europea tiene la capacidad de liderar este cambio, pero necesita el respaldo adecuado para hacerlo. Por lo tanto, urge actuar para que Europa no quede relegada a un papel secundario en la movilidad global.