El grupo industrial belga Punch ha desembarcado en Barcelona para explicar su proyecto de reindustrialización de las fábricas de Nissan a pocos días de que las partes implicadas adjudiquen los activos antes del cierre. Los directivos de la compañía han defendido que el proyecto de Punch es el más beneficioso entre los aspirantes porque da una nueva actividad a las tres plantas afectadas y permitiría recolocar a 2.000 empleados de forma progresiva hasta 2025 con una producción máxima prevista de más de 75.000 vehículos.
Todo el proyecto, que también ha sido presentado a los sindicatos y las administraciones, gira entorno a un acuerdo en negociación con Nissan para seguir utilizando los modelos que se fabrican ahora en Barcelona pero con marca Punch y dirigidos al mercado de vehículos comerciales para profesionales o empresas. Punch quiere alcanzar la mayor parte del volumen de producción con la 'pick up' Nissan Navara con motor diésel mejorado y con una versión que utilizaría el hidrógeno como carburante con el mismo propulsor. A estos dos vehículos se añadirían otros de micromovilidad personal, entre los que se encuentra ya un patinete eléctrico de tres ruedas.
Las ventajas de este proyecto son sus inversiones reducidas ya que reutilizaría una buena parte de las instalaciones actuales de Nissan en la Zona Franca de Barcelona, en Montcada i Reixac i Sant Andreu de la Barca al mantener el diésel añadiendo la versión de hidrógeno. El proyecto está cuantificado en una inversión global de 650 millones hasta 2030 de los que 150 millones corresponden a ayudas públicas directas (50 millones) y 100 a créditos de la Administración. El resto incluye una aportación directa de 50 millones de Punch, créditos privados de 25 millones y recursos procedentes del negocio generado por la planta en los próximos años.
Un directivo experimentado
Para impulsar este proyecto, Punch ha fichado a Andy Palmer, un exdirectivo de Nissan Europa que fue el encargado de adjudicar a Barcelona tres generaciones de vehículos, incluidos los modelos actuales. Palmer, en su anterior empleo dejó de forma abrupta la dirección de Aston Martin, ha indicado que piden los recursos públicos que consideran necesarios para el proyecto, que, a su juicio, estarían dentro de los márgenes previstos por la normativa europea en relación con las ayudas de Estado. Sin embargo, los 150 millones supondrían un 23% de la inversión global del proyecto de Punch para Barcelona, un porcentaje que rebasa los límites habituales a las ayudas públicas europeas.
Otro obstáculos que tendrá que vencer Punch es lograr un acuerdo con Nissan para reutilizar sus vehículos, algo que, según Palmer, va por buen camino ante la "colaboración mostrada por Nissan en todo el proceso". Al mismo tiempo, el grupo quiere mantener el tejido de proveedores que abastecen actualmente a Nissan en Barcelona.
La produccción prevista por Punch en su proyecto arrancaría en 3.513 unidades en 2022 (1.536 camionetas diésel y 1.977 furgonetas eléctricas), pasaría a 46.144 en 2025 (23.358 'pick up's con motor diésel, 18.294 de hidrógeno y 4.492 e-NV200) y llegaría a 75.678 vehículos en 2030 (35.945 diésel, 31.213 de hidrógeno y 8.520 eléctricas).
Todas esats unidades irían al público profesional en el caso de la versión Punch de Navara y a taxistas en la furgoneta eléctrica, que Nissan ya la vende a varias ciudades como Nueva York y Londres pero que el grupo belga quiere expandir.
Diésel e hidrógeno
Las 'pick up' diésel tendrían que adaptarse con nuevos motores para seguir vendiéndose en Europa, pese a que tanto este modelo como la adaptación de hidrógeno resultarían afectados por la prohibición de vender coches con emisiones, que la Comisión Europea quiere adelantar a 2035. A pesar de ello, Palmer asegura que hay otros mercados menos exigentes con la normativa ambiental en los que se podrían vender los vehículos producidos en Barcelona. La 'pick up' de hidrógeno pero con motor diésel reduce sus emisiones de forma sustancial por debajo de los topes de la próxima reglamentación Euro 7, aunque no estaría exenta de gases como sí sucede en los vehículos de hidrógeno que funcionan con baterías y motor eléctrico, que requieren más inversión.
El continuismo en la producción de Nissan Barcelona hace, según Palmer, que Punch sea el mejor candidato para adjudicarse la reindustralización que tiene que decidir una comisión con administraciones, empresa y sindicatos. En cambio, Palmer considera que el proyecto rival D-Hub, encabezado por la catalana QEV y una alianza de startups, se podría hacer en una planta nueva y no necesariamente en las instalaciones de Nissan. Sus promotores no opinan lo mismo ya que precisamente quieren utilizar de forma compartida por varios fabricantes de diversos tipos de vehículos instalaciones de Nissan como lanave de pintura y las líneas de ensamblaje.
En los dos casos, la planta de Nisssan de Barcelona y sus 2.500 empleados afectados son de una envergadura mayor a las esturcturas de los grupos que quieren reindustrializarlos. Punch tiene una facturaciónde 500 millones y 1.700 empleados y presume de ser una empresa familiar con más de 30 años en la industria del motor que ya tiene experiencia en reinventar dos fábricas de GM en Francia e Italia.