El secretario de Seguridad Social, Octavio Granado, advirtió hace unas semanas que tendría que mirar con lupa la nueva regulación del contrato de relevo y de la jubilación parcial asociada a él. Quería evitar que la menguante caja de la Seguridad Social sufriera otro quebranto por los fondos que supone el adelanto de la jubilación para miles de trabajadores. "Hay que buscar un equilibrio", indicó.
Finalmente, el Gobierno ha encontrado el equilibrio unas semanas antes de que se endurecieran las condiciones para acceder al contrato de relevo y al de jubilación parcial. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha entendido el mensaje que le trasladó en pleno la industria de automoción de que el puzzle de la competitividad dependía, entre otros factores, de la disponibilidad de una herramienta eficaz para rejuvenecer las plantillas sufragada, en parte, por el Estado.
Los últimos datos indican que la utilización del contrato de relevo se desplomó con la reforma laboral del PP y se ha mantenido estancada en un nivel bajo. De enero a octubre de este año se han firmado 15.487 contratos de relevo, casi los mismos que en los mismos meses de 2017, 2016, 2015 y 2014.
Reverso cuestionable del contrato de relevo
Los retos de transformación que tiene por delante la industria del automóvil hacen que sea más necesario que nunca mejorar la competitividad con todas las herramientas disponibles. El real decreto-ley lo dice claro: la prórroga de las ventajas para el contrato de relevo "impulsará la competitividad de la industria y facilitará las decisiones de nuevas inversiones en nuestras plantas productivas".
El argumento tiene un reverso social y políticamente cuestionable. Puede ser tanto como decir que los jóvenes son mejores para las empresas y que un trabajador de 61 años es prescindible, aunque es cierto que los operarios de las cadenas de montaje tienen ya mucha tralla a sus espaldas con esa edad. Pero seguro que los sindicatos, las multinacionales y el Gobierno del PSOE no se han movido solo para sustituir a viejos por jóvenes.
Más bien se trata de incrementar la productividad en relación con los costes laborales porque los jóvenes que entran en las empresas con contrato de relevo salen bastante menos costosos que los veteranos con muchos trienios y categorías laborales altas.
De hecho, el contrato de relevo establece que la reducción de costes laborales tenga un límite del 35% para evitar recortes salvajes de sueldos. Los relevistas no pueden tener una base de cotización que sea inferior al 65% de la que pagaba la empresa por el jubilado parcial.
Otras piezas del puzzle de la competitividad
Esa es la clave del rejuvenecimiento. Se trata de seguir manteniendo a raya los costes laborales de las fábricas de vehículos después de años de acuerdos para flexibilizar el tiempo de trabajo y adaptarlo a las necesidades y de convenios colectivos que han estirado a la baja las condiciones de acceso de los empleados con calendarios largos de equiparación con el resto de la plantilla.
Si además de tener trabajadores con sueldos más ajustados están mejor preparados técnicamente, la competitividad de las fábricas para atraer inversiones se incrementa. A partir de esa premisa, el Ministerio de Transición Ecológica ha añadido en el decreto su morcilla para obligar a las empresas a tener planes de reducción de CO2 que, sin embargo, pueden ser meros brindis al sol si no se exige el cumplimiento de objetivos concretos. El contrato de relevo es una de las piezas del puzzle, pero hay muchas más para que las multinacionales europeas, asiáticas y norteamericanas decidan producir en las plantas españolas coches eléctricos y baterías