"¿Quemar petróleo o proteger los derechos fundamentales? En 2023 solo es posible una de las dos opciones". Con este lema, el grupo ecologista Letzte Generation (Última Generación) lanzó petróleo sobre el monumento a la Constitución de Alemania en Berlín como respuesta a la iniciativa del Gobierno alemán de bloquear la aprobación final del veto a la venta de coches de combustión a partir de 2035.
El golpe de efecto del Ejecutivo de Olaf Scholz en el momento previo a la aprobación definitiva ha contado con el apoyo de Italia en una alianza de conveniencia con la controvertida Giorgia Meloni. Dos de los cuatro principales países fabricantes de automóviles han reaccionado para exigir a la Comisión Europea la neutralidad tecnológica que el la industria de automoción está harta de reclamar.
++ Berlin: Monument der Grundrechte in „Erdöl” getränkt ++
— Letzte Generation (@AufstandLastGen) March 4, 2023
Das Kunstwerk nahe des Bundestagsgebäudes zeigt die Artikel des Grundgesetzes. Wir haben heute gezeigt, wie die Regierung mit diesen umgeht.
Erdöl verfeuern oder Grundrechte schützen? 2023 geht nur eines von beidem. pic.twitter.com/Ss3wnNvI8S
El mensaje de la patronal alemana
La tercera vía alternativa entre los vehículos de combustión y los eléctricos que suponen los combustibles sintéticos y ecológicos ha vuelto a ponerse sobre la mesa. Casi de forma simultánea a las exigencias de Alemania en el Consejo de Europa, la patronal de fabricantes de automóviles de ese país (VDA) expresaba con claridad el mensaje: "El Gobierno federal está llamado a hablar en Bruselas con una voz fuerte y unificada a favor de todas las tecnologías que pueden contribuir a los objetivos climáticos".
La presidenta de VDA, Hildegard Müller, añadía en un comunicado que "es el turno de la Comisión Europea, y no solo desde hoy", y recordaba la enmienda añadida en el texto de la norma que prohibirá los vehículos contaminantes a partir de 2035 con el fin de abrir la puerta a los combustibles sintéticos si lograban cero emisiones en los motores térmicos. "Ahora eso debe ser estimulado finalmente por la Comisión con una propuesta de regulación concreta", aseguró la representante del potente lobby automovilístico alemán.
Otra patata caliente para España
Ese mensaje fue precisamente el que planteó Alemania, secundado por Italia, que ha llevado a aplazar sin fecha la aprobación definitiva, que se preveía como un mero trámite y que puede convertirse en un asunto espinoso que le toque resolver al Ejecutivo español durante la presidencia de turno de la UE en el segundo semestre. Se unirá a otro marrón, el de la normativa Euro 7, que da otra vuelta de tuerca en la exigencia de reducción de emisiones a los coches que se vendan a partir de 2025 y que ha puesto en pie de guerra a los fabricantes.
Alemania tiene autoridad para plantear el debate sobre la neutralidad tecnológica de la movilidad del futuro. Es el principal país fabricante europeo, seguido de España, y registra una elevada electrificación de sus ventas de vehículos. Sin embargo, la apuesta del Gobierno alemán, puede parecer políticamente incorrecta y tampoco genera unanimidad, al igual que le suceden a los coches eléctricos, proclamados por muchos como la única solución para la movildidad sin emisiones (al menos durante el uso de esos vehículos). El propio Gobierno está dividido ya que los verdes, que tienen un amplio respaldo en Alemania, se oponen al plan B para los vehículos de combustión.
Un plan B arriesgado
Pero también existen discrepancias entre países fabricantes de vehículos como Alemania y España y Francia, que hasta ahora han ignorado la tercera vía de los 'e-fuels'. Tampoco existe consenso entre los propios fabricantes de automóviles. La contundencia de la presidenta de VDA no tiene nada que ver con el comunicado suave de la patronal europea ACEA (presidida por Luca de Meo, CEO de Renault), que reaccionó indicando que "la apertura tecnológica sigue siendo esencial para conservar la agilidad necesaria para responder a las distintas necesidades y adaptarse a las circunstancias cambiantes". Nada que ver con pragmatismo alemán.
Es, sin duda, una apuesta arriesgada, aunque la de la electromovilidad también lo es en muchos aspectos. El cambio de una industria y un ecosistema basado en el petróleo desde hace más de 100 años depende de la voluntad y las posibilidades de los ciudadanos, de la sensibilidad de los legisladores y, también, de los progresos tecnológicos. En las baterías, en los sistemas de carga y, ahora también, en el desarrollo de combustibles sintéticos y ecológicos con los que se logre el 'milagro' de eliminar las emisiones en los motores de combustión a un precio asequible.
¿Qué pasaría si se invirtieran en el desarrollo de combustibles sintéticos los ingentes recursos destinados a los vehículos eléctricos?