Quizá esta noticia provoque más de un disgusto en General Motors, que en 2017 vendió Opel cansada de aguantar sus pérdidas. Un año después de que la marca alemana pasara a manos del grupo francés PSA (Peugeot Citroën), la empresa ha conseguido por fin ganar dinero. ¿Cuál es el secreto? Opel registró un beneficio de 502 millones de euros en el primer semestre de 2018 y un flujo de caja operativo positivo de 1.200 millones. El presidente y consejero delegado de Opel nombrado por PSA, Michael Lohscheller, atribuye la inflexión en los resultados de la firma a la puesta en marcha del plan Pace, que combina las fortalezas de la marca y aprovecha las sinergias con PSA.
"Somos una compañía completamente distinta a la que éramos hace 12 meses. Hemos establecido el rumbo hacia una competitividad aún mayor y ya hemos preparado muchas áreas para el futuro. Nos estamos beneficiando enormemente de formar parte del exitoso Groupe PSA. Estamos muy agradecidos por ello – y es nuestra obligación", ha indicado Lohscheller a través de un comunicado. El presidente de PSA, Carlos Tavares, es más taxativo a la hora de buscar responsabilidades en la situación de pérdidas endémicas por la que atravesaba Opel".
Tavares culpa de las pérdidas históricas de Opel a los antiguos directivos
El problema era la dirección, no los equipos de Opel, porque hay mucho talento. La marca tiene productos excelentes, pero ha habido demasiados lanzamientos en un periodo de tiempo demasiado corto. Así que relanzamos el SUV Grandland X. Luego, aceleramos la reducción de los costes variables comparando sistemáticamente con lo que estaba ya sucediendo en PSA: la reducción de costes fue equiparable en ambas entidades durante el semestre, pero de una manera diferente. Por último, hemos reducido los costes fijos a través de interesantes conversaciones con nuestros socios", declara Tavares en una entrevista que publica El Economista.
Esas "interesantes conversaciones" con sus socios que menciona Tavares se refieren a los acuerdos con los sindicatos en las fábricas que heredó de Opel, en las que ha aplicado planes de recortes de plantilla y de salarios que han permitido la asignación de nuevos modelos y, en algún caso, han evitado el cierre de factorías. En la planta de Opel de Figueruelas, el acuerdo establece la congelación salarial para 2018, un incremento de la mitad del IPC real para 2019 y 2020 y del 60% de la inflación en 2021 y 2022. La diferencia hasta el 100% del IPC irá a una prima anual variable no consolidable. En Alemania, PSA llegó a un acuerdo con IG Metall para llevar a cabo 3.700 prejubilaciones y bajas incentivadas y para congelar el sueldo y no aplicar las subidas acordadas por el sindicato para la industria metalúrgica.