A toro pasado siempre es fácil decir que se veía venir. Pero en este caso, el relevo forzado de Herbert Diess por Oliver Blume al frente del Grupo Volkswagen, en una muy poco elegante decisión tomada en ausencia del primero de ellos, era algo que desde hace meses era un rumor insistente en los pasillos de la sede de Wolfsburg.
En varias ocasiones, Diess, que tuvo siempre la oposición de los sindicatos (que cuentan con prácticamente la mitad de los votos en el Consejo de Vigilancia), estuvo a punto de la destitución, y en cada una de ellas, el nombre que sonó fuerte para reemplazarlo fue el de Blume, que contó siempre con el respaldo de las familias Porsche y Piech, principales accionistas del consorcio que cuentan con un 31% del capital y el 53% de los votos.
Blume, un directivo de la casa
A diferencia de su antecesor en el cargo, el nuevo hombre fuerte del que hasta hace poco era el primer fabricante mundial de automóviles es una persona de la casa. Nació y se educó en Braunsweig, a pocos kilómetros de Wolfsburg. Terminada su carrera de Ingeniería Mecánica en la universidad de esta localidad, logró incorporarse a un programa de prácticas en Audi que dio lugar a su primer contrato. De Audi, pasó a Seat durante cinco años para luego saltar a la marca Volkswagen y de ella, a Porsche. Siempre ha estado involucrado en temas de producción hasta que, de pronto, en 2015 fue nombrado CEO de Porsche.
Si fuera piloto de Fórmula 1 en estos días, seguro que le disputaría a Carlos Sainz el apelativo de ’smooth operator’ (trabajador silencioso). Hasta su nombramiento al frente de Porsche fue siempre un hombre en la sombra que, sin embargo, ha ido dejando siempre amigos, buenas relaciones, con sus iguales, pero también entre los operarios de los equipos que ha dirigido. Basta con preguntar en Martorell a quienes trabajaron con él. Es, por tanto, un hombre capaz de formar equipos y serenar los ánimos en el grupo alemán, algo que ha faltado en los últimos tiempos.
Retos de Blume en Volkswagen
El ‘trabajador silencioso’ tiene varios retos a los que hacer frente. El primero de ellos es terminar de poner a punto CARIAD, la división del grupo que debe hacerse cargo de todas las estructuras software de los todos modelos del grupo. Esta excelente idea de Diess se ha convertido en un lastre para al grupo que ha tenido que retrasar el lanzamiento de varios modelos de marcas de alto retorno como Porsche, Audi y Bentley porque los software que debían emplear no estaban a punto.
Lo peor es que no sólo está retrasando el lanzamiento de nuevos modelos de gran margen, sino que está influyendo en que se retrase la OPA que se pretende hacer con una pequeña parte del capital de Porsche, cuya valoración estaría en los 150.000 millones de euros. Cierto que la situación de la economía mundial no es la más recomendable para salir a Bolsa, pero en esta situación, deficiencias como las que actualmente muestra CARIAD influyen de forma importante. Todo esto tiene al accionariado dividido sobre lo acertado de la salida a Bolsa.
China y EEUU, objetivos
Estos serían los dos principales retos de Blume, que tampoco puede relajar la atención sobre el primer mercado mundial (China) ni sobre el segundo (Norteamérica). En China, las marcas del Grupo VW están perdiendo penetración. Se ha previsto un relevo al frente de la filial (llega Ralf Brandstaetter, el hombre que sucedió a Diess al frente de la marca Volkswagen) para el próximo septiembre, para intentar recuperar los 1,3 millones de coches que, de seguir las cosas así, habrán dejado de venderse respecto a 2019. Por cierto, los beneficios en China llegaron a ser de 4.000 millones de euros.
En cuanto a Estados Unidos, Diess se había puesto ya manos a la obra para incrementar la producción local. Precisamente, estaba de visita en la fábrica de Chatanooga (Tennesee) cuando en Alemania tomaron la decisión de despedirlo. De todas formas, necesitará tiempo para poder contar con unas cifras significativas de producción y dependerá de coches importados a aquel mercado (lo que, en estos momentos de dólar fuerte y euro débil, no tiene que ser malo).
Por lo demás, en un entorno incierto, Blume aporta la tranquilidad de actuaciones menos radicales. Diess abrazó la tecnología del eléctrico con la fe del converso, lo que le llevó a enfrentamientos con el ministro alemán de Economía cuando su Gobierno contempló algunas concesiones para que en 2035 sigan produciéndose vehículos de combustión interna si emplean combustibles neutros en carbono. Un grupo como VW debería estar abierto a todas las alternativas tecnológicas, como la del hidrógeno, que Diess abiertamente despreciaba.