Nissan ha reinventado la vieja técnica de los despidos con el cierre de la fábrica de Barcelona, que dejará en la calle a 3.000 empleados, y gracias a la 'coincidencia' con la pandemia del coronavirus. El presidente de Nissan Europa, Gianluca de Ficchy, ha hecho una imitación, bastante mediocre, de George Clooney en la película 'Up in the Air'.
Clooney interpreta a un 'killer' que se dedica a comunicar despidos envueltos en verborrea de pseudosicología para apaciguar al trabajador afectado, del que ya tienen catalogadas sus reacciones ante el mazazo que supone escuchar la frase: "La empresa no cuenta con usted". Pero su trabajo confortable gracias a los trucos estudiados sufre un vuelco con la llegada de una joven competidora que pone en marcha un nuevo sistema para comunicar los despidos por videollamada. Más eficacia y menos exposición al desgaste emocional que supone la proximidad con los afectados.
Comunicación aséptica
Nissan ha dado un paso más allá y se acaba de inventar los despidos por Zoom, la plataforma de videollamadas y encuentros digitales que se ha popularizado con el confinamiento provocado por las restricciones de la movilidad y en los contactos entre personas que han impuesto muchos países. Es un método aséptico pero que en esta ocasión probablemente no va a funcionar.
No tiene nada que ver hacer algunos despidos sueltos o una reducción de plantilla, por traumática que sea, con el cierre de tres centros de trabajos muy interconectados como Barcelona, Sant Andreu de la Barca y Montcada i Reixac, de la industria de automoción y con una larga trayectoria y fuerte sindicalización de la plantilla.
La fuga industrial de Nissan de Cataluña será de todo menos aséptica, a pesar de que haya coincidido con el estado de alarma. ¿Será otro error de cálculo de la multinacional japonesa y sus asesores? Probablemente, sus estimaciones de cuánto les puede costar chapar la planta de la antigua Ebro, que heredaron en 1979, hace 41 años, tengan que sufrir una corrección al alza puesto que el conflicto se va alargar y va obligar a pagar indemnizaciones más altas y a encajar gastos adicionales derivados de la imposibilidad de entregar a Mercedes las unidades pendientes de su 'pick up' y del descalabro de la reputación social.
Problema social y de Estado
El cierre de Nissan va camino de convertirse en un caso de estudio por convertirse en un problema social y de Estado que le va estallar a la empresa a pesar de escudarse en las videollamadas de Zoom. La percepción de la marca Nissan en Cataluña y España va a sufrir, previsiblemente, un importante deterioro que agravará la caída de las ventas que sufre la firma en nuestro país y en toda Europa.
Frank Torres, el directivo tarraconense enviado de forma urgente por Nissan a negociar con los sindicatos, tendrá un difícil reto por delante. Entrar en el terreno de los 'killers' después de haber conseguido inversiones para la planta de Barcelona que resultaron fallidas y que han dejado la factoría como el eslabón más débil de la alianza Renault Nissan Mitsubishi en Europa. No querría verme en el pellejo de Frank Torres por muy profesional que sea su actuación y a pesar de que tenga carrera por delante en la alianza.