Los trabajadores de la fábrica de Nissan de Barcelona afrontan la que puede ser la última de sus innumeriables batallas libradas hasta ahora por mantener sus puestos de trabajo. La comunicación por parte de Nissan de su "intención de cerrar" sus tres plantas en Cataluña ha despertado la rabia contenida durante meses en los que se han ido conociendo detalles de los planes de la multinacional japonesa que han pasado de ser "rumores" a una cruda realidad que dejará en la calle 3.000 empleados de forma directa y amenaza a más de 20.000 de las empresas proveedoras de componentes y servicios.
Las imágenes del emblema de Nissan en la puerta de la factoría de la Zona Franca rodeado de una espesa humareda negra que desprendían los neumáticos en llamas han dado la vuelta al mundo como metáfora de la situación por la que atraviesa la compañía. Fue el estallido después de saber que Nissan confirmaba todas las noticias que antes tachaba de especulaciones para ganar tiempo.
En los días previos al jueves 28 de mayo, el comité de Nissan mantenía el pulso de las movilizaciones pero con un perfil más bajo. Desde el jueves, la plantilla se ha movilizado a pesar del mantenimiento del estado de alarma y de que Barcelona se encuentre en la fase 1. A diferencia de las luchas sindicales de anteriores conflictos, en esta ocasión la mascarilla es un elemento diferencial de las protestas, tal como se ha podido comprobar en las primeras acciones llavadas a cabo.
Inflexión en las protestas
Los sindicatos ya advirtieron dos días antes, en el debate 'online' organizado por la web Coche Global, que en caso de que la empressa confirmara el cierre, pondrían en marcha una nueva estratagia de "lucha hasta el final" mucho más contundentes aunque utilizando el ingenio para sortear las limitaciones que supone el estado de alarma.
Además de la barricada en llamas, las imágenes de la primera semana con el cierre confirmado han dejado cortes de carretera aunque por tiempo limitado y un escrache a concesionarios de la marca que fueron empapelados con pasquines enganchados con cola en la fachada y que recibieron una lluvia de huevos. Suficiente como para que la patronal de los concesionarios española (Faconauto) haya salido en defensa de los puntos de venta de Nissan al pedir que cesen esos "ataques".
Aunque los sindicatos rechazan que se trate de "ataques" unas acciones en las que solo se han utilizado papel y huevos, algunos dirigentes recnocen que tendrán que dosificar las fuerzas. En primer lugar para segir ampliando la base de adhesiones y de apoyos que están cosechando los trabajadores que se pueden ver en el paro a partir de diciembre. Entre esos apoyos se encuentra, por ejemplo, el de Estopa. Pero también porque el conflicto se prevé largo teniendo en cuenta que Nissan quiere cerrar a partir de diciembre.
Apoyo de Estopa
"Estamos con vosotros, nos sumamos a la causa para que no haya ningún despido", decían los hermanos Muñoz de Estopa en un vídeo que se ha hecho viral y en el que demostraban nuevamente sus orígenes en la industria de automoción, en un proveedor de Seat.
Precisamente, ese deseo de que no se pierdan puestos de trabajo resume la prioridad que se han marcado los sindicatos. "No nos vamos a sentar a hablar de dinero (indemnizaciones por despido), solo nos vamos a sentar a hablar de trabajo", advertía Miguel Ángel Boiza, responsable de CCOO en Nissan, frente a un concesionario empapelado con pasquines.
"Estoy convencido de que hay aún recorrido para la planta. Hay que seguir con cabeza para que no se nos vuelva en contra las acciones, pero hay recorrido", aseguraba un destacado dirigente sindical para explciar la estrategia sindical, que choca con los planes que probablemente tanga la firma de liquidar la negociación en junio para acabr la producción pendiente e ir desmantalando las instalaciones. De hecho, Nissan llegó a pedir la "cooperación" de las administraciones en el proceso de cierre.
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