El pasado marzo, el presidente del comité ejecutivo de Volkswagen, Martin Winterkorn, destacaba frente a cientos de periodistas y analistas de bolsa la consecución de un nuevo récord de ventas y beneficios de la multinacional. Pero ese momento dulce que describía no le ha servido para encarrilar su ascenso como presidente del consejo de administración. Si nada cambia, puede ser víctima en la junta de accionistas de una cruz de navajas con el todopoderoso Ferdinand Piëch, que sigue llevando las riendas del grupo en la sombra como representante de las dos familias que controlan el capital de Volkswagen.
Piëch se ha reforzado en los últimos años gracias a la absorción de Porsche en el grupo Volkswagen. Después de resituar la relación accionarial con sus parientes de Porsche, ahora se ha erigido como representante de las dos grandes familias que controlan algo más del 50% de los derechos de voto en el capital del consorcio. Su presencia pública se ha incrementado y ahora es habitual verlo, junto a su mujer Úrsula, en primera fila en las presentaciones de modelos que lleva a cabo Winterkorn.
Su sombra alargada llega a todos los rincones de la compañía. Para muestra, un botón. Unas horas antes de una presentación de un modelo nuevo de Seat en un salón de primer nivel, los técnicos de la marca tuvieron que reaccionar con rapidez para cambiar el color de las llantas porque a Piëch no le gustaban las que llevaba.
El detonante de la actual crisis de confianza entre Piëch y su discípulo Winterkorn ha sido el pinchazo de las expectativas de Volkswagen en Estados Unidos. Es la gran asignatura pendiente del grupo después de arrasar en China y es lo que impide a Volkswagen superar a General Motors y Toyota y situarse como primer fabricante mundial de automóviles.
La guerra abierta ha polarizado a los accionistas y consejeros en dos o tres bloques. Además del mayoritario de las familias Piëch y Porsche, se encuentran los representantes del 20% que tiene el land de Baja Sajonia, una polémica acción de oro pública que en otras circunstancias ha ejercido un papel decisivo y que por ahora parece que prefiere inhibirse y presenciar la reyerta desde la distancia. Winterkorn cuenta a su favor con el apoyo de los consejeros de IG Metall, que ocupan la mitad del consejo de administración, después de varios acuerdos de sustanciales subidas salariales y de reparto de bonus entre los 100.000 empleados del grupo en Alemania.
Desde la distancia sorprende que la crisis haya estallado coincidiendo con un nuevo récord de beneficio. Pero Piëch quiere más rentabilidad. El choque no es únicamente carnaza especialmente para la prensa alemana, sino que ha sido publicitado a través de un comunicado de la firma en el que se aseguraba de forma extemporánea que se ratificaba a Winterkorn. El problema puede ser que si el piloto y el copiloto siguen peleándose, el coche pierda velocidad o haga un cambio involuntario de carril.