Donald Trump no ha defraudado. Los nombramientos de los altos cargos de su Gobierno apuntan a un cambio de rumbo en la política desde las posiciones de Barack Obama más a favor de la protección del medio ambiente hasta lo que parece una marcha atrás de Trump y sus ministros. El giro en la política medioambiental que se vislumbra puede tener repercusiones importantes en la movilidad, en el sector del automóvil y en otros países que están pendientes del rumbo que siga Estados Unidos. Si Hugo Chávez hizo famosa la frase "aquí huele a azufre" en relación con el presidente norteamericano George Bush pronunciada en la ONU, de Donald Trump y su Gobierno se podría decir que huele a petróleo.
El bastión de la agencia del medio ambiente
El cartel de Trump comienza con el fiscal general de Oklahoma Scott Pruitt, que, que pasará de combatir las regulaciones de la agencia medioambiental (EPA) contra las petroleras a dirigir el organismo. Llega al cargo con una fama ganada a pulso como uno de los abanderados del negacionismo del efecto humano en el cambio climático. "Es como poner a un pirómano al frente del departamento de bomberos", indicó la ONG ambientalista Sierra Club. Con una puerta giratoria como una portería de fútbol, el lobby petrolero también ha colocado en el gabinete de Trump a un peso pesado como el consejero delegado de ExxonMobil, Rex Tillerson. El futuro presidente de EEUU no se anda con rodeos y ha puesto a un petrolero para dirigir la geopolítica mundial, muy marcada por las necesidades energéticas. Para Greenpeace, Tillerson pone en peligro el Ártico por sus alianzas con Rusia.
¿Hubiera estallado el 'diéselgate' con Trump?
Para intentar limar asperezas con los fabricantes de automóviles por la deslocalización de fábricas a México, Trump ha nombrado a la consejera delegada de General Motors, Mary Barra, como asesora en materia de empleo e industria como miembro de un consejo de directivos de empresas. Los nombramientos suponen más que un guiño a la industria de hidrocarburos y del automóvil en un momento en el que Estados Unidos se había caracterizado por marcar la pauta en el combate de las emisiones de gases contaminantes de los vehículos. Y más concretamente el Estado de California, que ha ido por delante en EEUU y de Europa. ¿Qué hubiera hecho el Gobierno de Trump con una patata caliente como la de Volkswagen? ¿Habría destapado el 'dieselgate'?