A menudo, cuando nos enfrentamos a un reto muy grande, unimos fuerzas con aliados inesperados. Con el futuro de la industria del automóvil pasa algo parecido. Los desafíos que tienen por delante las fábricas de automoción son tan grandes que han hecho que Pepe Álvarez y Unai Sordo coincidan en su defensa del empleo de esa industria con el FMI. Sindicalistas junto al guardían del liberalismo económico.
Decía Pepe Álvarez el viernes pasado que es necesario que España tenga una transición energética "justa" con una planificación estratégica y amplio consenso social que posibilite un futuro para los trabajadores afectados como los de las centrales térmicas.
El FMI contra el cierre de plantas
Unas horas después, el FMI ha puesto en valor las plantas de vehículos y también el impacto negativo que tiene sobre el desempleo de una zona el cierre de factorías de vehículos. Los datos apuntan, según el Fondo Monetario Internacional, a "efectos significativos y persistentes, incluso tras compensar las diferencias entre cuota de empleos en la industria de las regiones, el Producto Interior Bruto (PIB) real inicial, densidad de población y tasas de dependencia".
Estos insólitos aliados en la defensa de la industria y de la transición energética justa son una demostración de las enormes montañas que tienen ante sí la automoción para cambiar los motores de combustión por los eléctricos e, incluso, lograr un nuevo modelo de negocio basado en servicios de movilidad.
Partiendo de esa extraña coincidencia, Álvarez y Sordo (UGT, CCOO y todos los movimientos sindicales) deberían aprovechar la situación para llevar el agua a su molino porque esta vez los sindicatos no están solos.