La transición ecológica de la automoción hacia el vehículo eléctrico representa una oportunidad interesante para España pero también una seria amenaza que puede acabar con 28.200 empleos en los proveedores hasta 2035. Esta es la conclusión de un estuido elaborado por Pwc para la asociación de proveedores de la industria del automóvil (CLEPA), que cifra la destrucción potencial de puestos de trabajo en la UE en 501.000 empleos.
Buenas y malas noticias para la industria de automoción en el estudio que proyecta cómo puede evolucionar el sector en Europa y en varios países analizados entre los que se encuentra España. En 2020 había en España 70.000 empleos en plantas de provedores ligados directamente a los sistemas de propulsión de combustión interna, mientras que hay unos 2.000 en la incipiente movilidad eléctrica, según el estudio de Pwc para Clepa.
Ese panorama mejoraría hasta 2025 gracias al aumento de la plantilla dedicada a la producción de vehículos eléctricos hasta 18.900 personas y una leve mejora en el personal de turismos de gasolina y diésel, con lo que la cifra total alcanzaría los 89.700 empleados. En 2030, la misma tendencia llevaría la plantilla total hasta 127.000 empleos, de los que 28.100 estarían relacionados con vehículos eléctricos y 99.000 a los de combustión.
Más vehículos de combustión
El estudio atribuye este incremento de la plantilla para modelos de carburantes fósiles a la captación de producción de otros países europeos en los que la transición hacia los eléctricos es más prematura por las inversiones más elevadas y tempranas.
Pero la situación puede cambiar drásticamente a peor de 2030 a 2035, cuando se podrían perder 28.200 empleos, al quedar la mano de obra total de la automoción en 43.800, por el desplome de la la plantilla para vehículos de combustión, que se desplomaría hasta solo 6.500 operarios debido a los vetos a la venta de estos modelos en la Unión Europea. El aumento del personal dedicado al vehículo eléctrico, hasta 37.400 empleos, sería insuficiente para compenar la pérdida en la producción de gasolina y diésel. En 2040 habría una leve mejora hasta un total de 45.900 empleos en el conjunto de las fábricas de vehículos españolas.
La buena noticia es que se espera que "España sea uno de los países más atractivos para la tecnología de los vehículos eléctricos", según el estudio debido a una buena cobertura de los fabricantes, una buena distribución de costes variables así como por el grado de automatización y la disponibilidad de empleados.
Debido a esos factores, Pwc estima que el valor añadido generado por la producción de vehículos eléctricos se multiplicará por 62 desde la situación en 2020 hasta 2040 con un total de 19.600 millones.
Efectos en la UE
En el conjunto de la UE, la eliminación gradual de la tecnología de los motores de combustión interna para el año 2035 supondría que alrededor de unos 501.000 empleos de proveedores de automoción que fabrican componentes de estos sistemas que se queden obsoletos, según un estudio de la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (Clepa). Uno de los últimos ejemplos de las víctimas de la transición ecológica en los proveedores son los empleados de la planta de pistones de Mahle en Cataluña, que ha anunciado si cierre.
El informe, encargado a PwC, pronostica que, de ese medio millón de empleos, el 70% (359.000 personas) probablemente se perderá en el período de 2030 a 2035, lo cual destaca el limitado plazo existente para gestionar las repercusiones sociales y económicas. Los 226.000 nuevos puestos de trabajo previstos en la producción de sistemas de propulsión de eléctricos, asumiendo una cadena de baterías de la UE, suponen una pérdida neta de 275.000 puestos
de trabajo (-43% empleos) proyectados de aquí a 2040.
"Las innovaciones de los proveedores de automoción han hecho que la movilidad eléctrica sea cada vez más accesible para los consumidores y un instrumento fundamental para cumplir los objetivos de reducción de emisiones", ha destacado la secretaria general de Clepa, Sigrid de Vries.