Las elecciones convocadas por Pedro Sánchez serán decisivas en muchos aspectos, y también para el sector del automóvil. Pero no son las únicas elecciones con un papel clave para el futuro de la automoción. Las votaciones de las plantillas de las fábricas para elegir a sus representantes sindicales también son fundamentales ante los retos que se avecinan.
Un nuevo mandato de cuatro años empezará después de las elecciones sindicales que coinciden en el 'superfebrero' y que se alargarán a marzo. Los comités de empresa que se configurarán con el voto de los trabajadores tendrán por delante un momento especialmente delicado en el que las plantas de la segunda potencia europea en producción de vehículos se juega su futuro a medio y largo plazo.
Si en los últimos años los mandatos de los representantes sindicales han sido, en general, poco plácidos en la automoción ante la exigencia de las multinacionales de seguir aumentando la competitividad, es decir, de seguir bajando los costes laborales e incrementar la productividad, el trabajo de los comités en el futuro será todavía más agitado.
El marrón de los comités
Tienen por delante un verdadero marrón y mucha responsabilidad: tendrán que responder al desplome del diésel y a la pugna por conseguir la producción de vehículos eléctricos y alternativos. A su favor tienen el elevado sentido de la responsabilidad mostrado en los últimos años, especialmente durante la crisis, cuando aceptaron sacrificios que fueron inversiones en empleo y actividad industrial. Tendrán que negociar con unas multinacionales de capital extranjero que tienen sus cuarteles generales fuera de España.
Pero la hoja de ruta del sector del automóvil también dependerá del inquilino de la Moncloa y, principalmente, de las políticas que lleve a cabo. Pedro Sánchez se ha visto forzado a convocar los comicios a pesar de que deja sin concluir el acuerdo estratégico sobre el sector del automóvil.
Errores de Pedro Sánchez
Una parte de la hoja iba bien enfocada hacia ayudar al sector a hacer esa transición que menciona antes hacia los vehículos sin emisiones en la industria, aunque a corto plazo las medidas pecan de falta de realismo y coherencia. ¿Cómo se puede propugnar el fin del diésel y la gasolina en 21 años sin poner en marcha un plan bien dimensionado y ambicioso como el de China, Alemania o Francia? El nuevo plan Moves da una señal débil a favor de la electromovilidad que, en teoría, tiene que ser el futuro del sector del automóvil.
El sector del automóvil se juega su futuro en el 'superfebrero' electoral de las fábricas y en las elecciones del 28 de abril.