La estrategia de Donald Trump de dar manga ancha a los fabricantes de automóviles para que puedan contaminar más le ha salido por la culata. Por extraño que parezca, algunas marcas de coches se han desmarcado de su propuesta aparentemente tentadora y se han manifestado a favor de unos límites de emisiones de gases más estrictos.
La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, en sus silas en inglés) de Calfornia ha firmado un acuerdo con los fabricantes Ford, Volkswagen, Honda y BMW con una hoja de reducción voluntaria de las emisiones de gases que es más estricta que la aprobada por Trump, pero un poco más flexible que la que aplicó Barak Obama.
El protocolo voluntario de la EPA aceptado por esas cuatro marcas prevé una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de otro tipo del 3,7% anual en lugar del 4,7% previsto inicialmente y alarga el plazo para llegar al objetivo de 2025 a 2026.
Lobby de las petroleras
Se trata de una respuesta valiente e inteligente en un momento en el que una buena parte de la opinión pública y de la sociedad han asumido la necesidad de contribuir a la mejora de la calidad del aire. Pero supone arriesgarse a estar en el ojo del huracán de los ataques furibundos de Trump por haber contradecido su política próxima al lobby de las petroleras.
"Pocos temas son más apremiantes como el cambio climático, una amenaza global que pone en peligro nuestras vidas y medios de vida. California, una coalición de estados, y estos fabricantes de automóviles están liderando el camino en políticas inteligentes que hacen que el aire sea más limpio y más seguro para todos nosotros", indica el gobernador de California, Gavin Newsom. "Ahora pido al resto de la industria automotriz que se una a nosotros y que la administración de Trump adopte este compromiso pragmático en lugar de perseguir el cambio regresivo de la norma. Es lo correcto para nuestra economía, nuestra gente y nuestro planeta".
Las marcas quieren una sola norma
California mantiene una guerra abierta con Donald Trump en el terreno medioambiental. Aunque de momento hay cuatro fabricantes que suscriben el desafío, un total de de 17 marcas de todo el mundo firmaron una carta en junio pasado en al que pedían a California y a la Casa Blanca que se pusieran de acuerdo para consensuar un único protocolo anticontaminación para evitar la incertidumbre para la industria de tener varias normativas.
Poco después, los gobernadores de 24 estados del país que representan a más de la mitad de la población de EEUU reclamaron a Trump una normativa mñas exigente con la reducción de los gases contaminantes de los vehículos.
Mientras prosigue la escalada de hostilidades entre las dos administraciones y las marcas se empiezan a posicionar, los consumidores toman decisiones a diario sobre los vehículos que compran. California quiere mantener el prestigio ganado a golpe de decretos como el Estado con una regulación más avanzada en la lucha contra la polución después de sufrir graves problemas en los años anteriores. De ahí le viene también que California sea conocida como el paraíso del Toyota Prius híbrido y, ahora, de los coches eléctricos de Tesla.