La dirección de la fábrica de Audi de Bruselas ha comunicado a la plantilla, formada por más de 3.000 empleados, que tira la toalla en la búsqueda de inversores que eviten el cierre. Según los sindicatos CNE y ACV, la compañía notificó que “ya no hay candidato comprador” y que “no se buscarán más”. Las promesas de las marcas chinas tampoco han permitido salvar la histórica fábrica, que se inauguró en 1949 coincidiendo con el Plan Marshall de reconstrucción europea después de la Segunda Guerra Mundial.
Sin alternativas para Audi Bruselas
En octubre, surgieron rumores sobre un posible inversor interesado en la planta, pero las negociaciones no prosperaron. Los sindicatos han criticado la falta de transparencia de Audi respecto a las “24 alternativas y 26 potenciales compradores” que se barajaban, entre las que habia marcas chinas, y que podrían haber garantizado la continuidad de la fábrica. Sin embargo, la búsqueda de inversor en el proceso de reindustrialización ha encontrado un contexto complicado debido al enfriamiento de inversiones industriales de China en Europa en respuesta del Gobierno de Pekín a la puesta en marcha de los aranceles a la importación de coches eléctricos fabricados en el país asiático.
La compañía insiste en que el cierre de la planta es inevitable debido a la caída de la demanda del SUV eléctrico Q8 e-tron, único modelo producido en Bruselas, cuyas ventas caerán un 60% en 2024 y un 70% en 2025. En 2023, salieron de la factoría un total de 53.555 vehículos 100% eléctricos.
Protestas y tensiones laborales
El anuncio del cierre ha desencadenado protestas entre los 3.000 empleados de la planta. En una acción simbólica, los trabajadores “confiscaron” las llaves de unos 300 vehículos en la línea de montaje. Audi respondió con un ultimátum y la amenaza de acciones legales si no se devolvían las llaves, utilizando imágenes de las cámaras de seguridad como prueba.
Este cierre se produce en un momento delicado para el Grupo Volkswagen, que también enfrenta tensiones laborales en Alemania por un plan de recortes. Las previsiones de cierre de plantas y despidos masivos han generado malestar en sus empleados, rompiendo el pacto de paz laboral con el sindicato IG Metall.
